Revista Ilustración
Buscaba la rosa y el beso en el espejo, solo su imagen blanca reflejada insomne reconocía los giros intrigantes del cristal.Cada mañana despertaba llamando a la rosa y el beso, pero el espejo apuntalaba a su agobiado espíritu, esperando un claro milagro. Ya no se reconocía en las paredes de su cuarto, su andar trémulo hacia vibrar la delgada palidez del cristal, esperando, siempre esperando la rosa y el beso.Las noches desdoblaban las estrellas en guirnaldas alucinadas, y las nubes, bebían la luna peregrina; solo el cristal desmoronado de poesía, rasgaba el viejo laúd de su voz muda y cerrada, queriendo dar forma a un milagro.Una mañana de invierno, ella creyó morir, llevaba todo el frío exiliado por sus manos adormecidas, abrió la ventana de su vida y el viento arrastró el último pájaro azul que podía volar aún temeroso, entró ciego por la ventana y pensó que el espejo era un bello e infinito horizonte, besó impetuoso el espejo, sin darse cuenta que su cuerpo cubierto en sangre, nacía como la rosa ayer muerta y hoy viva para su eterno amor.
Acuarela "Aladas"
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