La sal del periodismo

Publicado el 05 febrero 2013 por Alas De Papel @MikeKiddo
Hoy traigo una crítica un tanto especial: se trata de una crítica comparada de dos libros, ambos fundamentales para el periodismo del siglo XX: El Nuevo Periodismo, de Tom Wolfe, y A sangre fría, de Truman Capote. La escribí para una asignatura de la carrera y aunque he dudado si publicarla o no, he decidido hacerlo. Son dos libros imprescindibles para entender el periodismo literario y, por tanto, para cualquier estudiante de periodismo con mínimas inquietudes literarias o estilísticas. Y aunque no lo seas, A sangre fría es uno de esos libros que nunca te arrepentirás de haber leído.
La sal del periodismo
El periodismo, por mucho que se empeñen algunos, no es la simple exposición de las respuestas del quién, qué, cómo, cuándo y por qué. No es un género yermo sin capacidad alguna de innovación, aunque el periodismo de los grandes grupos de comunicación actuales pueda llevar a pensar lo contrario. La preocupación estilística ha sido una constante en la profesión. Una de las primeras muestras fue la germinación en Estados Unidos durante los años sesenta del llamado nuevo periodismo —aunque no fuera tan nuevo, como señaló Tom Wolfe en El Nuevo Periodismo—. Tom Wolfe es junto a Truman Capote el gran representante de esta corriente, en la que también se encuentran nombres como Gay Talese, Rex Reed, Terry Southern o Norman Mailer. A pesar de que ya habían existido ejemplos previos a la obra de Capote A sangre fría (1966) esta se ha convertido en la novela de no ficción por excelencia. Reúne, desde luego, todos los ingredientes clave del nuevo periodismo, reunidos y analizados por Tom Wolfe en El Nuevo Periodismo (1977), una obra a medio camino entre el ensayo y la antología de piezas periodísticas. La importancia de esta obra radica en la complementariedad de las dos partes que la conforman: en la primera, Wolfe expone de forma clara los principios caracterizadores del nuevo periodismo. En la segunda, ilustra todas sus argumentaciones con ejemplos de autores de la talla de Rex Reed, Normal Mailer e incluso él mismo. 
La corriente del nuevo periodismo se caracteriza por el uso renovador de los recursos estilísticos y estéticos de la creación literaria, algo que revolucionó el tradicional e inmovilista mundo periodístico de los años sesenta, pero también por el proceso de producción de las piezas periodísticas. Wolfe escribe en El Nuevo Periodismo: “[…] hizo un descubrimiento revolucionario. Hizo el descubrimiento de que era realmente factible que un columnista abandonara el edificio, saliese al exterior y recogiera su material a pie con su propio y genuino esfuerzo personal”. La experiencia del reportero es un esencial para la narrativa del nuevo periodismo, donde el relato se supedita a sus vivencias y su mirada. 
Es lo que sucede con A sangre fría­. En el libro de entrevistas Conversaciones íntimas con Truman Capote, de Lawrence Grobel, Capote revela la verdadera razón que lo llevó a escribir esta novela: no fue el tema, en el que no tenía ningún interés especial, sino su voluntad de escribir una novela real, una novela de no ficción. Pese a ese desapego inicial hacia los crímenes de Holcomb (Kansas), el escritor terminó por implicarse tanto en la novela que, como él mismo dijo, “casi” no pudo haberse acercado más a su experiencia. 
A sangre fríaes el reportaje novelado sobre el brutal asesinato —y su posterior investigación y desarrollo del caso— de una familia de Holcomb, en 1959. Capote empezó a escribir la novela cuando los autores del crimen, Perry Smith y Richard “Dick” Hickock aún no habían sido capturados y le puso punto y final seis años más tarde, con los dos criminales ya ajusticiados. Su implicación en el caso fue tal que en 1967 fue también el guionista de la versión cinematográfica de su propia obra. El escritor se implicó personalmente en la historia y aunque esconde sus opiniones tras el velo de un narrador heterodiegético, externo a la historia, las huellas de su implicación recorren toda la novela. Es evidente en la construcción de los personajes de los criminales, en especial de Perry, a quien concede un grado mayor de atención y de compasión que a Dick, algo en absoluto gratuito. La amistad que establecieron Perry Smith y Capote es de dominio público —e incluso hay quien señala a una relación platónica por parte del escritor que excede estos límites—; el lazo que estableció Capote con la historia es visible especialmente en la última parte, donde profundiza en el pasado de Dick y Perry con unos toques marcadamente emocionales. Cualquier frontera entre la realidad y el periodista desaparece, aunque eso no significa que Capote sucumba a la subjetividad ni al partidismo. Con A sangre fría y otros ejercicios similares posteriores, como Ataúdes tallados a mano (novela corta incluida en el libro Música para camaleones), demuestra que es posible implicarse en la realidad y aun así construir un relato fiel a ella, tal y como defiende el nuevo periodismo.  Otra de las revoluciones de esta corriente fue convertir lo que anteriormente eran simples sujetos en personas —o personajes, si se prefiere—; es decir, los protagonistas de los sucesos se humanizan. En A sangre fría no conocemos a dos villanos de alma negra como el carbón, sino a dos personas cuyos caracteres y experiencias vitales les han llevado a su situación actual. Capote rechaza cualquier estereotipo e intenta responder los porqués de todos los aspectos de la historia. En El Nuevo Periodismo también se encuentran ejemplos de esta técnica. Una de las más destacables es Beth Ann y la dieta macrobiótica, de Robert Christgau, en la que el autor consigue que el lector conecte emocionalmente con la noticia humanizando a su protagonista, dándole un fondo y una historia y motivaciones propias. Algo parecido sucede con ¿Duerme usted desnuda?, una entrevista de Rex Reed a Ava Gardner. Reed aplica para la redacción de esta entrevista técnicas del diálogo y, sobre todo, del retrato. Con las palabras justas logra crear una imagen clara de Ava: “gloriosamente descalza”, “esa irresistible sonrisa de Ava”, “caminando por la alfombra como si pisara rosas de cristal con zapatos de claqué”, “su cuello, blanco y pálido como la leche”. Y a través de sutiles detalles, otra de las grandes reivindicaciones del nuevo periodismo, desgrana su personalidad: algo gritona, malhablada, amante del alcohol y de la comida. El objetivo de toda entrevista se cumple desde el primer párrafo, aunque la técnica utilizada no sea la tradicional. 
El periodismo actual de las grandes empresas mediáticas se ha zafado de todas las innovaciones del nuevo periodismo y ha separado de nuevo literatura y periodismo, como si se tratara de dos sustancias que jamás pueden ir juntas. Tom Wolfe desde su perspectiva teórica y Truman Capote desde la experiencia demuestran que literatura y periodismo no sólo pueden ir de la mano, sino que su unión le añade al periodismo el toque de sal que le da un valor añadido.