La siesta y la cama

Publicado el 24 marzo 2011 por Nmartincantero

Del sueño a la siesta. Sin alejarnos demasiado del tema anterior, he aquí la excusa perfecta para echarse una cabezadita. Un equipo de la Universidad de Berkeley acaba de publicar un estudio que indica que, cuando nos mantenemos despiertos durante todo el día (o sea, sin siestecita) somos cada vez más sensibles a las emociones negativas. Frente a ello, las personas que duermen un rato al mediodía se muestran menos susceptibles a las emociones negativas y más receptivas a las positivas.

Me pregunto qué haríamos sin científicos que nos descubran el mundo. Lo que más me interesa, en cualquier paso, es saber de dónde procede esta mayor negatividad. Una posibilidad, respaldada por investigaciones anteriores sobre los problemas que ocasiona la falta de sueño, es que la parte del cerebro encargada de procesar emociones se va fatigando más y más a lo largo del día y, por tanto, es menos capaz de capear los temporales.

Otra explicación es que la mayor sensibilidad al miedo y a la ira son fruto de estrategias de adaptación: a medida que nos cansamos, tiene sentido que estemos más vigilantes ante las señales que indican peligro. Lo que queda claro es que una pequeña siesta proporciona una recarga emocional y altera la forma en que reaccionamos a los estímulos de fuera.

Y hablando de siestas y la felicidad de las pequeñas cosas: haz la cama. Esta es la resolución favorita de muchos lectores del Proyecto Felicidad, que indican que la práctica de esta modesta actividad contribuye de forma importante a su nivel de satisfacción personal.

“La felicidad es una aspiración sublime, y hacer tu cama es una actividad tan prosaica. ¿Por qué incrementa la felicidad de una forma tan efectiva?” se pregunta la autora del blog. Y ofrece dos explicaciones: hacer la cama es una tarea que, a pesar de su rapidez y sencillez, transforma el ambiente. Todo parece más arreglado. Es más fácil encontrar tus zapatos. Tu dormitorio es un lugar que inspira mayor tranquilidad. Y, para la mayoría de las personas, el orden de fuera contribuye a la paz interior.

Por otra parte, mantenerse fiel a una resolución, sea cual sea, trae consigo satisfacción. Si adquieres este pequeño compromiso, comienzas el día sintiéndote eficiente y productivo.

Claro que si te criaste en la casa de Bernarda Alba, en una atmósfera rígida y disciplinada, lo más probable es que dejarlo todo desordenado sea lo que te procure esa satisfacción. Pero a lo que íbamos: con las sábanas revueltas o bien estiraditas, échate la siesta.