Revista Diario

La sinceridad de la educación.

Publicado el 03 octubre 2013 por Rizosa
Buenos días, hermosos.  Hoy vengo a contaros una cosa y a pediros vuestra opinión, porque estoy algo preocupada por un asuntillo y puede que vosotros, que sé que me queréis taco, pudieseis echarme un cable.
Pues bien. La cuestión es que en menos de un mes me han dicho que soy "demasiado sincera" dos veces, dos personas distintas.   La primera vez me pasó con Jesús, un amigo mío de los de toda la vida. De hecho es, literalmente, mi amigo desde hace 26 años, así que os podréis imaginar la confianza que tengo con él.   Jesús es un frikazo de manual, y con él me he pasado noches enteras jugando a la Nintendo 64 y las tardes de lluvia haciendo rodar dados de rol. Hemos crecido juntos, y por eso siento que con él puedo ser siempre yo misma sin temor a meter la pata.
La cuestión es que el otro día me avisó por skype a eso de las 3 de la tarde de que me iba a llamar por la noche, cuando volviese a casa del curro, que quería comentarme un asuntillo. Yo le dije que estupendo, que hablaríamos entonces porque yo no iba a salir esa noche. Pero dio la casualidad de que cuando me llamó yo estaba en mitad de una partida de LOL. Para los que no sepáis de qué va el juego, os diré que este tipo de juegos no se pueden parar, sino que si me salgo no sólo le hago una faena al resto de mi equipo, sino que me pueden penalizar.  Así que dejé que el teléfono sonara durante unos minutos, (me volvió a llamar después de que saltara el contestador la primera vez) y pensé, para mis adentros, que le llamaría de vuelta en cuanto acabara, en 5 o 10 minutos.
Pero Jesús debió creer que yo tenía el móvil en silencio, porque siguió llamándome una y otra vez, hasta que yo colgué en una de esas veces a ver si así captaba que no estaba disponible. Y no lo captó, porque entonces llamó a mi casa, al fijo. Respondió mi madre, que vino a mi habitación a informarme de que Jesús preguntaba por mí. Justo en ese momento terminaba yo la partida, así que entonces ya me puse al teléfono. Y, a modo de disculpa, le comenté la verdad, que me había pillado en mitad de una partida de LOL y que ahora le iba a llamar de vuelta.
Lo que más me sorprendió fue su respuesta: -¡jajaja! ¡Así me gusta, con sinceridad!. En ese momento me quedé un poco cortada. ¿Acaso esperaba otra cosa de mí? ¿Es que lo normal hubiese sido inventarme una excusa tonta, del tipo "estaba en el baño" "estaba indispuesta" "estaba comiéndome mis apuntes"?  No sé, a mí nunca se me habría ocurrido contarle a Jesús nada que no fuese la verdad, porque vaya, creo que nadie mejor que él para entenderlo. Y confié en que así fuera, que lo habría entendido y que realmente no estaba algo molesto, aunque lo disimulase. 
Olvidé aquel incidente hasta que hace unos días un colega de mi ovejo dio un concierto en el centro. Es un músico que vive en Madrid y que canta muy bien, y aunque no somos grandes amigos (le conozco a través del ovejo) a veces le había comentado que a ver cuándo actuaba en Málaga para poder ir a verle.  Y así fue como mi ovejo me invitó el otro día a ir a verle, pero esa tarde yo no tenía ganas de salir, llovía y además la invitación me pilló en pijama y sin duchar. Ya os haréis una idea: yo estaba en plan tarde de sofá, manta y peli, así que el ovejo fue con otros amigos al concierto y yo me quedé en casa viendo programas de reformas y comiendo Cheetos para mantener la curva de mi culo. 
El problema llegó después, por la noche. El chaval acabó su concierto y volvió a casa, y me lo encontré tuiteando acerca de su actuación. Yo le pregunté que cómo había ido el concierto, a lo que él me respondió con un: -¡Genial, pero yo esperaba verte allí! ¡Muy mal!. Obviamente en mi mente yo le di a esa respuesta cierta entonación jocosa, adivinando que el chaval no estaba realmente cabreado, así que le respondí, también en tono jocoso: -Ya, sorry, pero me informaron tarde del concierto y yo estaba en pijama y sin duchar, vaya, que estaba ya apalancá, jeje. Al próximo voy, prometido.
Y allí llego entonces, de nuevo una frase que al parecer está comenzando un patrón: -Vaya, así me gusta, ¡sincerdidad! Que tampoco pasa nada por no ir...
Apuf. Pues claro que no pasa nada por no ir, ¿no? ¿Tan mal quedé? No era mi amigo del alma, mi hermano, mi cuñao. Y aunque lo fuera, lo normal es que yo no estuviese obligada a nada. Que era un concierto, no una boda. Aparte... ¿si me hubiese inventado una excusa rocambolesca, (que seguro que no se iba a tragar) le habría sentado mejor? Es decir... ¿de verdad le sentó mal?
Ayer comenté en Twitter que hoy iba a escribir este post, y mi querida Bichejo me dejó caer que a veces no se espera que seas sincera, sino educada. ¿Soy una maleducada? ¿Aprender a dar excusas innecesarias forma parte de la buena educación?   Y ya voy más allá: ¿la sinceridad está sobrevalorada, porque lo verdaderamente necesario y esperado es sólo lo que queremos escuchar?  ¿Tantos años de "para mí la sinceridad es muy importante" han sido sólo una mentira? ¿Qué significa ser educado con respecto a esto?
No sé. Yo ahora ya tengo miedo a que me pregunten algo un día y me toque improvisar, porque mi aparentemente natural verdad pudiese llegar a ser ofensiva para los demás.  Supongo que tengo mucho que aprender acerca de la sinceridad de la educación. O de la falta de ella.
La sinceridad de la educación.

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