Revista Literatura
Malena está de pie, intentando reconocerse en el rostro desfigurado que refleja el espejo. Abre el grifo del lavabo y deja correr el agua entre sus manos. Vuela entonces a la cascada que propició su amor, pero ha pasado ya mucho tiempo... Demasiado.
La líquida sinfonía del chorro brotando en libertad, aún tiene el poder de transportarla a ese lugar dónde sellaron tantas promesas. Se humedece la cara rota. La escuece. Respira hondo. Escupe sangre y rabia.
Una voz embriagada llega desde el dormitorio. Se paraliza. Tiembla...
–Cielo mío, ¿vienes a la cama… o tengo yo que ir a buscarte?
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