La sociedad es una plataforma que gira veloz

Nos criamos en el centro de una gran rueda que gira sin parar. Mientras estás en el centro, siendo un niño la vida es estupenda, todo gira alrededor nuestro y no tenemos que realizar ningún esfuerzo para mantenernos.
Pero llega un día en el que te dan un empujón disimulado de palmadita en la espalda y te hacen dar el primer paso fuera del eje del disco giratorio. Y en ese primer paso caes arrastrado por la fuerza giratoria de la rueda.
Comienzas a desplazarte hacia a afuera empujado por la fuerza centrífuga y el pánico se apodera de ti. ¡No puede ser, vas a salir despedido de la rueda en la que todos vivimos! Y ese mismo pánico te nubla  la vista y sólo puedes concentrarla en los asideros que tienes cerca.
Te fijas en los más llamativos o en los más grandes. No te importa si son resbaladizos o cortantes. No importa si ese asidero es una religión sectaria, son drogas, es el fútbol o los lacasitos. Cualquier cosa es válida con tal de mantenerse en esta sociedad loca que gira a velocidad de vértigo.
La fuerza con la que te intenta expulsar es tan fuerte, que necesitas toda tu atención para no salir volando. En ocasiones resbalas del asidero al que te agarras con desesperación, pero con suerte te puedes agarrar a otro distinto que lo sustituye, pero que no te quita el mareo y las nauseas que provocan tanto giro absurdo.
Debo confesar que yo también estuve agarrado con fiereza a alguno de esos asideros. Pero me cansé y decidí soltarme. El efecto inmediato fue demoledor. Fui expulsado con violencia de la rueda, llevándome de recuerdo unas cuantas magulladuras provocadas por asideros cortantes, incómodos y envenenados.
Una vez que te curas de todas esas heridas, estas preparado para ver un espectáculo verdaderamente incomprensible. El baile que no lleva a ninguna parte de una rueda gigante que gira velozmente. Y puedes observar la cara de desesperación de otros intentando agarrarse a cualquier asidero, independientemente del daño que les pueda producir, pero que les mantiene dentro.
No hace falta que paren el mundo para bajarse de él. Se puede hacer en marcha, el golpe será fuerte, pero merece la pena.