Esta isla aumenta la soledad,
las miradas se posan sobre el agua
que continua bate
sobre las rocas, sobre la arena.
Sobre esa hipnótica superficie
los ojos descansan pero no ven
las algas, los peces sin memoria,
el cielo azul y blanco.
Nadie llegará al fondo
donde reposan
las cosas que nunca se han hecho,
los sueños juveniles,
las lecturas olvidadas,
los besos que nunca se dieron,
las palabras dormidas.
José Luis Martínez Valero