Una tarde, a los quince años, fui a comprar pantalones de mezclilla. Estaba muy contenta porque podía comprar lo que yo quisiera: me habían dado dinero como parte de mi regalo de cumpleaños, y apenas empezaba a gastarlo. Siempre me tardo mucho en elegir, porque veo cada cosa; esa vez no fue la excepción, así que estuve un rato en la tienda. Me medí los pantalones; me sentí muy bien con lo que escogí, los pagué, y antes de irme, la empleada me detuvo. Me dijo que nunca había visto a alguien tan contenta, que yo no había dejado de sonreír desde que entré en la tienda. Aunque estaba de fiesta-de compras, en realidad, así era por ese tiempo: boba y feliz. No lo mostraba en la escuela, ni en mi casa; siempre me sentí libre de ser como yo era, solo fuera del círculo de la gente que me había visto crecer.
Con los años, algo en mi radar social me dijo que las sonrisas amplias son medio tontas, y las fui guardando cada vez más. Después, me puse la vida complicada. Creo que me sentí avergonzada de mi bobería, y creo que mi felicidad estaba unida a ella, así que cuando reprimí la bobería, perdí felicidad. Me dejé influir por la forma en que vivían otras personas, y empecé a darle cabida a las premisas de otros sobre lo que yo debería ser, hacer o lograr. Mi entrada a la edad adulta estuvo marcada por mi adquisición del cuento supercompartido de que la vida es dura, aunque resultara ajeno a mi cosmovisión y a mi experiencia. Ser boba siempre había sido bueno para mí, pero dejar de serlo fue parte del proceso de crecer, y tuvo su utilidad. Sin embargo, cuando me reconocí "crecida", hace no mucho, decidí recuperarme: ahora soy boba, otra vez, y tan feliz como a los quince (en modalidad treinta y cuatro años).
Ha vuelto a parecerme que es toda una fiesta tener una hamburguesa para cenar. He vuelto a pensar que es genial si está soleado, si está nublado, si llueve o si hace aire. Vuelvo a ver lo bueno en todo y a estar segura de que a mí siempre me toca lo bueno.
Ya que estamos en eso, pensé hace rato, podría recuperar la sonrisa amplia versión cuasi-permanente. Podría ser que esta vez no la escondiera de nadie.
Silvia Parque