Revista Diario

La soportable levedad del ser en un camino rural...

Publicado el 12 junio 2012 por Maricari
Es verdad que aquella mañana se había levantado contenta, muy contenta, y había comenzado a recorrer su conquistado camino recién mojado… miraba a la hierba en la cuneta, había unos verdes matizados por marrones y algún rojo de minipétalos que hacían que las gotas de agua que, se habían quedado alimentado la piel de la foresta, aumentara aún más el frescor que desprendía el tapiz. 
¡Qué algarabía de clorofila subiendo y bajando con especial celeridad por todas las plantas! 
Y de repente, unos radiantes rayos de sol comenzaban a entreverse tras nubes sin consistencia pero, con restos de agua fría. 
La soportable levedad del ser en un camino rural...¡Qué más daba si a ratos sus pies eran levantados del suelo para evitar los charcos!,  y su cabeza también,  más no era lo mismo aunque soltaba una risita de jovencita recatada entornando la vista como dando las gracias por el natural espectáculo y, acercándose coqueta a acariciar la retama amarilla que, mojada aún por el agua de lluvia, había perdido su olor pero no su irresistible atracción y le arrancó una pequeña hilera de flores color imperial¡Qué decepción! 

Al soltar la retama, su ramillete vibró volviendo a su lugar, lo que hizo que saltara de su escondite próximo una rana contenta que no cantó, solo desapareció entre las piedras de la pareilla a cuyo extremo superior se podían ver torreones de feas nubes y deseó empaparse como la retama. 


Una mala idea le pasó por su cabeza en ese momento, lo que le llevó a dar una patada a un cardo que todavía lucía sus capullos cerrados, de haber sido al contrario, no se habría atrevido a atacar el momento de la reproducción de la planta, so pena de  molestar a algún laborioso insecto dichoso y servil de la polinización; pero no había podido reprimirse porque en ese mismo lugar, delante de sus ojos, arrancaba la tierra ya arada de un insípido convecino.


Anhelaba sacarle un algo más que la última grosería que había recibido de sus labios, y como aquellas tierras eran de él y de su seriedad, su sonrisa se ocultó como el solacababa de hacerlo, pues no conocía a ningún hombre que le hubiese indicado que cuidase sus modales con tanto descaro y tan descortésmente, ¡a ella precisamente!, que se tenía por todo un dechado de gentileza, romanticismo y suavidad, a pesar de la patadita al cardo. 


Al dueño de la labranza le estaba comenzado a coger manía, pues es cierto que alguna vez había empleado un par de palabrotas delante de él, delante del serio, del rarito, pero a penas testimoniales, nada que ninguna otra chica no hubiese dicho varias veces en público y no por ello habían sido amonestadas tan, tan, y tan horrendamente como le sucedió a ella el día anterior. No estaba muy orgullosa de aquél hecho pero, consideró, en el momento en que salieron disparadas de su boca, que así la tomaría más en serio y que su palabra se revalorizaría añadiendo un lenguaje un tanto más apropiado para su hermano que para ella misma, y al ver la cara de escepticismo que puso el rarito, comprendió que… ya no había solución y la regañina que sobrevino a continuación por parte de él… ¡Es que no le podía soportar!

En el fondo no le importaba mucho la opinión de aquel caballerete alto, moreno y de ojos negros, pero… es cierto que la vanidad de ella le hacía necesitar que él… la creyera estupenda, adorable y que se enamorase perdidamente hasta poner esa tierra recién arada a sus pies. Ella no albergaba ninguna intención seria al respecto, esa tierra no le era nada pues ya tenía sus planes y estaba recorriendo su camino cogida del brazo de su prometido... pero… hacerle sufrir... sí, sintió una cierta satisfacción en su cabeza… pues si consiguiera que se enamorase de ella… y ¡desde luego que no le daría satisfacción!, él sufriría y ella sería feliz. Y en ese momento, su enamorado elevándola del suelo evitó que pisara el quinto charco…


- Querida, mira por dónde vas.
- Sí mi amor... ¿Crees que lloverá?
- Posiblemente.
P.D.: "Lo que puede pasar por cualquier cabecita es inimaginable, si pudiésemos leer la mente... ¡Cuántas sorpresas! Y a veces, ¡lo que pensamos no tiene el mismo tenor de lo que decimos!"
{¡B U E N A_____S U E R T E!}
♥ ღ ♥

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