En nuestra última visita a Oviedo quisimos pasar por La Taberna del Zurdo. Pese a llevar abierto desde el 2002, su ubicación en la calle Cervantes, fuera de las zonas habituales de hostelería (al menos de las que nosotros frecuentamos) hacía que nunca nos acordáramos de este local, hasta esta vez.
La primera sorpresa fue al entrar. Desde fuera, a pesar de que su propietario, Rodrigo Roza, posee varios premios de tapas y pinchos (entre ellos el tercer premio del Campeonato del Mundo de pinchos 2007), yo siempre me había imaginado un restaurante elegantísimo desde la entrada. Pues no, en la entrada tiene una barra amplia y mesas altas. Decoración oscura, elegante, pero no imponente, y que nos recuerda al Naguar, por la distribución, cocina semivista al final de la barra... (aunque como La Taberna es mas antigua que El Naguar, lo apropiado sería decir que el Naguar recuerda a La Taberna del Zurdo).
Como no podía ser de otra manera, dado el curriculum del chef, en la carta destacan las tapas y, aunque como "complemento" hay ensaladas y arroces, decidimos intentar probar la mayor cantidad posible. Como son raciones pequeñas (para ser Asturias), para 4 comensales pedimos:
- Dim Sum de gambas, jengibre y puerros. Muy asiático
- Tataki de salmón ahumado, con yogur y cebollino. Muy rico
- Tempura de verduritas con alioli de frambuesa. Crujientita la tempura y tiernita la verdura, como debe de ser
- Pan de cristal (esperábamos algo más, era simplemente pan, riquísimo, eso sí, con tomate y aceite)
- Calamares tinta con patatas . Fuera de carta y, aunque estaban ricos, creo que estaban hechos con la receta de la Thermomix.
- Mini Patatas rellenas de ternera. Parecidas a las "bravas" que ya hemos probado en otros sitios como en Estado Puro o Sergi Arola Gastro, aunque esta vez, rellenas, según la receta tradicional asturiana.
- Mc de Luxe de ternera asturiana, cebolla confitada, mozzarella y bacon crujiente (2 de ellas sin queso, por favor)
De postre, para compartir, un brownie riquísimo y una crema de arroz con leche que satisfizo a todos los comensales. Todo, regado con un albariño "Fillaboa" que nunca habíamos probado pero nos encantó a todos, salió por algo mas de 30 €/persona.
Como curiosidad, destacar también que en la carta, como sitio moderno que se precie, se incluyen distintos cockails de ginebra y una amplia variedad de infusiones.
En resumen, un buen sitio por el que merece la pena desviarse un poco y salirse de la ruta habitual. La próxima vez volveremos pero a probar su barra y los pinchos, que son la verdadera especialidad del local.