La tarde teje sueños en tu cintura
los actores se reclaman protagonismo en televisión
y una llovizna diminuta , sigilosa, se filtra desde el alma
a tus ojos sorprendidos de ternura.
La llovizna no sabe de permisos, de treguas,
se le ilumina el rostro cuando adivina tu piel,
se sueña lluvia, pero sabe que su filo de hielo
se clava mejor en los corazones,
que bajo el apremio de la impaciencia,
se desbandan por la calle.
Los cementerios se desdibujan atrás del vidrio
y los arboles se van acuarelando en el recuerdo
y se besan unos con otros en un verde de ilusión.
Son las cornetas de los churreros, la que dan
inicio al rito de la tarde
y de mortal herida el mediodía cae refunfuñando su despedida.
Se susurran las maldiciones
y la tibieza se alimenta de los presentes
dando el color del sol que hoy no vino.
La tarde se abraza a los vértices de tu sonoriza
y se cruza de piernas sobre un tronco mojado
a esperar ser noche .