Ella, la Tejedora de palabras, desenreda madejas de pensamientos. Sus pensamientos son de colores. Colores desconocidos, inventados. Colores que se mezclan y superponen con transiciones y sin brusquedades, llenos de matices claros y oscuros que enriquecen las tramas, y regala a nuestros ojos bellas prendas que nos cobijan en invierno y refrescan en verano.Muchas veces, al ver sus trazos, me pregunto de dónde saca sus patrones de confección. Cómo acierta con esos trajes de palabras hechos a medida. Cómo sabe siempre escuchar la voz de los silencios y fijarse, a un tiempo, en el matiz esencial de los ruidos del hombre. Aún sigo sin saberlo... A buen seguro, sus virtudes provengan de la divinidad de sus pensamientos que ella maneja a su antojo, acercándolos para ser tocados por unos pocos elegidos para luego volverlos al refugio donde crecen y engordan de las vivencias que los alimentan.Me siento afortunado de haber podido tocar sus pensamientos y de conocerla. De conocer a la Tejedora de palabras. De ver sus hábiles manos ejecutoras de ideas y de oir su risa abierta y envolvente. De sentir su mano amiga. De verme en su mirada franca y de dejarme mecer por el embrujo de frases hilvanadas por el hilo de su voz. Teje, amiga. Sigue tejiendo. Nunca dejes de hacerlo. ¡Abríganos con tus palabras!
Dedicado a mi amiga Ángeles Jimenez, Tejedora de palabras.