La tertulia de los sábados

Publicado el 19 febrero 2015 por Blancamiosi
Somos cuatro en la tertulia de los sábados; cuatro fijos, algunas veces se suman Alessandra u Oscar, pero siempre Iris, Heberto, Krina y yo fieles a nuestra cita nos reunimos y cada sábado leemos nuestros trabajos. Heberto con los cuentos de su nuevo libro de minibiografías, esta vez de inventores; Krina con sus cuentos para una antología de autores consagrados y yo con mi novela El rastreador, que poco a poco va tomando forma.
Iris no escribe, pero es un águila para cazar errores. Especialmente estos, los adverbios terminados en mente que se nos escapan de manera rutinaria y que el maestro García Márquez odiaba como la peste. También las repeticiones, cacofonías e incongruencias son la especialidad de Iris.
Krina es una polaca criada en Israel, viuda de un portugués, nacionalizada venezolana. No me sorprende que hable tan bien español. Lo que de verdad me asombra es que escriba en nuestro idioma con tal soltura y belleza como para haber ganado varios premios literarios. Heberto dice: Si Krina se presenta a un concurso, yo no lo hago. Lo más probable es que se lleve el premio. Como en efecto ha sucedido.  Qué orgullo sentarme al lado de estos dos pesos pesados de la Literatura con mayúsculas.
Este martes feriado de carnaval, nos reunimos en casa como algo inusual, pues siempre lo hacemos en casa de Heberto.  Krina llevó un cuento con un título extraño: “Pizza y destino”. Lo que llama la atención en su narrativa es la capacidad que tiene para relatar un acontecimiento de manera detallista, sin perder el hilo conductor, sin hacer concesiones, no importa si el cuento llega a quince o veinte páginas, en cada párrafo habrá un motivo de regocijo, de admiración o se abrirá una nueva interrogante. Es lo que llamo escritora innata. Aunque si a ver bien vamos, todos los que escribimos somos escritores innatos, de lo contrario no pudiéramos hilvanar una frase tras otra. Algunos hemos empezado tarde, como el caso de Heberto, quien después de apenas diez años se ha convertido en un ganador de premios literarios y profesor de narrativa. Pasó de no escribir absolutamente nada a escribir todos los días porque es metódico, y es un lector tan atento que detecta los errores que a otros les pasan inadvertidos.
Esa coma está de más, es su acotación preferida. Y nosotros borramos con fervor esas comas de los lugares inútiles. Siempre tiene razón, el texto cobra soltura, elegancia. O también cuando se trata de artículos: Krina, quita esa ‘la’, o ese ‘lo’, o no pongas ‘un’, bórralo. Y ella sonríe satisfecha: No saben qué feliz soy cuando me eliminan los artículos.
Los cuentos de Heberto son pulcros, definidos, reconocibles por el uso del asíndeton que ya forma parte de su estilo, lo que confiere a su narrativa una pasión contenida, una fluidez que muchas veces envidio. Rara vez le encontramos errores, y cuando sucede uno siente que está aprendiendo y que es capaz de detectar fallas en un texto ya pulido.
Dicen que la escritura es una labor solitaria y tienen razón quienes así lo aseveran, porque se escribe en soledad. En el acto de escribir uno se encuentra solo, sin nadie en quién apoyarse, salvo Google para alguna información o para sacarnos de alguna duda, pero la creatividad, el momento mágico en el que el escritor se encuentra frente al papel o a la pantalla es íntimo. No hay espacio para nadie más. La corrección, en cambio, es diferente. Con estas lecturas conjuntas tenemos la oportunidad de captar la reacción de los demás, presentir si lo que estamos haciendo va por buen camino o, como en el caso de los cuentos, cuya extensión permite leerlos completos de una sola sentada, si causaron el efecto deseado. ¿En serio les pareció bien el cuento? Es la pregunta acostumbrada de Krina. Sabe que escribe bien, porque refuta con pasión cada enmienda o intento de cambio, pero aquella duda que corroe a todo escritor también puede con ella, y la comprendo, porque me ocurre igual. Yo prefiero no preguntar si lo que escribí gustó. Soy como el avestruz, escondo la testa porque me horroriza saber lo mal que lo hice. Sin embargo mis amigos siempre alaban cada nuevo capítulo: Es un verdadero Thriller, dicen y yo no estoy segura si es un halago o una crítica solapada, porque los thrillers, aunque me encantan y a mucha gente también, no se consideran precisamente literatura de la buena.
Cada escritor sabe hasta dónde llega su destreza, qué genero le va mejor, o qué es lo que le apasiona escribir. Y aunque digan que yo escribo todos los géneros sé que en todos pervive la tendencia que tengo por las historias de aventuras. Por eso creo que “La búsqueda”; una historia acerca de nazis y campos de concentración me salió como un thriller; cualquiera de los cuentos de Krina asemejan novelas por los giros y descripciones detalladas, y Heberto es una autoridad en cuentos. La teoría llevada a la práctica como resultado de una fórmula mágica de la que es imposible sustraerse: El cuento debe tener introducción, nudo y desenlace. El nudo surge a partir de unquiebre o alteración de lo planteado en la introducción. Sin estos elementos no puede escribirse un cuento, pues carecería de interés. Sería una mera enumeración de acontecimientos.
Así voy adentrándome en ese misterioso proceso de la escritura, voy descubriendo tertulia tras tertulia que todavía me falta mucho por aprender, y agradezco a la vida que siempre ponga en mi camino personas de quienes pueda hacerlo. Mi carrera como escritora es la suma de situaciones y de encuentros especiales. Cuando doy una mirada hacia atrás veo que todo sucedió como debía ser. No hubo ningún movimiento en falso, cada tropezón tuvo su motivo y me encaminó hacia la vía correcta. Todo a su tiempo, ni antes ni después.  No tengo dudas.

Muchas gracias a mis amigos contertulios y a todos quienes se cruzaron en mi camino durante estos catorce años.  Me siento satisfecha por el camino recorrido y tengo curiosidad por lo que me depara el futuro. ¡Hasta la próxima, amigos!