Si te pones bien pegadito a una mesa y la empujas, tu cuerpo se va hacia atrás. La mesa te empuja. La presión en la tierra que ejerces con el pie, te da el impulso para levantar el otro y que puedas andar. La tierra te empuja.
No creo que sepa, aquel profesor, que hizo que su clase de física fuese mi favorita ese año, y que me descubrió que en realidad no odiaba las ciencias sino que no las había sabido entender nunca (nunca me las habían explicado como él), la mella que hizo en mí el concepto de "la tierra te empuja".
La fuerza que ejerces sobre un cuerpo, tiene igual magnitud y dirección pero en sentido contrario, a la que tú ejerces sobre él. Y se aplica a todo. La fuerza con la que deseas algo, y el empeño que pones en conseguirlo es proporcional a lo cerca o lejos que puedes estar de conseguirlo. Eso que llamamos karma: todas tus acciones te serán devueltas sean éstas buenas o malas, de la misma forma y en la misma medida, no es más que física. Acción - reacción. Todos los actos tienen consecuencias.
Por alguna razón vemos más las consecuencias malas a nuestros malos actos que las buenas. "Si no hubiera dicho eso...", "si no hubiera hecho aquello, ahora no me vería en estas...", "si pudiera volver atrás no lo habría hecho...". A menudo observo a gente que acaba hundida por una mala consecuencia. Cae en un bucle de lamentación, de miradas atrás, sin esperanza de que la vida vuelva a brindarles aquella plenitud perdida. Esto es así porque creen que ya no lo merecen. No merecen ya que nadie les quiera. Y dejan de empujar la tierra para que ella les empuje de vuelta.
Imagen de We Heart It
Posted in Etiquetado Nuevas filosofías física, pensamiento positivo, vivir el presente