Una vida de contemplación, escribir, leer. Oler el paso del tiempo, respirar el olor del aire. Saciarse con los cambios de luz. Ser absorbido por la infinita magnitud del mar. Dejarse mecer por la perfecta quietud, sus reflexiones, sus colores y la lentitud de sus movimientos: apoyarse sobre la rugosidad de la roca, rozar las yemas de los dedos sobre la corteza de los árboles, sentir la suavidad del musgo.
La Tortuga Roja es una meditación animada sobre la vida lenta (Festina Lente) o
slow life. Un film que nos abduce con los destellos de la luz que se reflejan sobre las hojas y los que las traspasa como si fueran el cristal translúcido de una caja mágica. El paso de las horas bajo el cielo deja que el ramaje de los verdes árboles nos dibuje sombras en un tiempo sin dimensión, un tiempo solo de conciencia. El azul profundo en el que se sumerge el cuerpo, la aparición de un tortuga que surca los mares o la belleza de una flor en el centro del matorral, nos enraíza en el alma del protagonista.
Colores que llenan un paisaje en el que la geografía, los barrancos, los picos y los valles abren un hueco en nuestra imaginación dejando que nuestro rostro se sacie con el roce del polvo, con las motas del aroma de la hierba fresca y con el frescor del aire marino que vitaliza nuestros pulmones.
La Tortuga Roja tiene esta magia de hacer que las horas del día y la textura de la noche o la lluvia, dibujadas con una sensibilidad exquisita, nos lleven en un viaje por el ciclo vital. Una magia en la que radica nuestra única esperanza para ser conscientes de la conciencia universal de la que formamos parte. Un homenaje al pulso de un tiempo que transcurre no como dimensión lineal sino como expresión espacial de la conciencia humana.
La historia muda sobre un náufrago en una isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves pretende ser un viaje por las grandes etapas de la vida de un ser humano. Cada encuadre empequeñece al individuo frente a la magnitud natural del entorno, una historia abrumadoramente hermosa y pura, tanto en su guión como en su realización. Una película que invita a la imaginación y a la poesía. Una fábula minimalista sobre la magia del amor y la sencillez de la vida. Una parábola fantástica sin palabras con un delicado estilo en la animación, con una infinita paleta de tonos y texturas.
En '
Father and Daughter' (2000), el hermoso corto en el que la metáfora vital humana transcurre sobre bicicleta, el animador holandés Michaël Dudok de Wit (1953-) no sólo ganó un Óscar, sino que fascinó a Hayao Miyazaki. En esta ocasión, con la colaboración de
Studio Ghibli, en
La Tortuga Roja, consigue plenamente sumergirnos en la melancolía de la pérdida y la comunión con la naturaleza sin necesidad de buscar en el rostro la lágrima fácil en una película hipnótica por su apabullante sencillez y el lirismo de una historia de ecología profunda.
Pocas veces una película sin palabras consigue emocionar nuestro hemisferio cerebral derecho, dejarse ver con el corazón y que todo nuestro Ser lo agradezca. Más que un film, es una experiencia hipersensorial en la que las imágenes traspasan el cuerpo físico e inundan el cerebro del estómago hasta colmar nuestra serenidad con una vibración invisible que se armoniza con la banda sonora visual que firma el premiado Laurent Perez del Mar (1974-).
Cartel de esta obra maestra sobre los ciclos vitales y la convivencia con la naturaleza.
Ficha técnicaTítulo original:
La tortue rougeSíntesis:
Historia muda sobre un náufrago en una isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves. La película cuenta las grandes etapas de la vida de un ser humano.
Director: Michaël Dudok de Wit
Guión: Michaël Dudok de Wit, Pascale Ferran
Música: Laurent Perez del Mar
Producción: Why Not Productions / Wild Bunch / Studio Ghibli
Género: Animación
País: Francia-Japón
Duración: 80 min
Año: 2016
Estreno: Enero 2017
Distribuye.
KarmafilmsPressbook de la película