La traición

A veces despierto cauteloso.
Abro los ojos y estiro la mano sobre su espalda.
A veces estoy tan cerca de tocarla.
Entonces me asalta el miedo. Quizá no seas tú.
Cierro los ojos y trato aquella canción de las mañanas ausentes:
Cuando yo no esté, sultana, te llegará una rosa cada día.
El reto es volver al sueño. Al mismo de siempre.
Al sueño reincidente y breve.
Para seguir topando nuestros pies calientes, jugando a las batallas.
Y a las fotos ya desechadas.
O leer tus encendidas cartas olvidadas.

Volver a las galerías gratuitas que visitáramos con avidez;
al jardín para retozar en el césped
mientras nos mareamos viendo la verde cúpula y los aviones.
Viajar adonde no lo hicimos,
tener los hijos que no tuvimos,
Casarnos ante el aplauso general.
Algo así de imposible solo sucede en los sueños.
Aunque ya hemos muerto
y no quedan rastros de nosotros,
cuesta escapar de la cárcel de los sueños.
Mas, tampoco el infortunio es completo.
Vuelvo a soñarte y vuelves a soñarme.
Nadie lo sabe ni puede evitarlo.
Es un sueño. Hipotecado o vendido, pero nuestro.
Aquí el café jamás enfría, el vino no acaba y el amor gana.
Aquí nos miramos con arrebato bajo el tierno sol andino.
Aquí las serenatas y la lluvia coexisten
en la penumbra y complicidad,
Aquí podemos vencer la nieve de tu invierno
y el infierno grande de nuestro pueblo chico.
Aquí se gana mucho y muy pronto
para gastarlo en veinticuatro horas.
Aunque soñarte así sea traición.
Derechos Reservados 2019 de Rogger Alzamora Quijano