Lástima que luego, de un manotazo, alguien lo aplastó contra la pared mientras con la otra mano no paraba de rascarse.
Revista Talentos
Fue la mejor comida de su vida. Al entrar en aquella sala repleta, enloqueció con los diferentes olores que lo hacían pasar de un plato a otro. ¡Menudo atracón!
Lástima que luego, de un manotazo, alguien lo aplastó contra la pared mientras con la otra mano no paraba de rascarse.
Lástima que luego, de un manotazo, alguien lo aplastó contra la pared mientras con la otra mano no paraba de rascarse.