¿Acaso hace falta sacarle a la gente el corazón, tirarlo al suelo y pisotearlo como uva de vendimia para que reaccione?
Y aún así, ¿reaccionamos?
Algo así sentí el otro día tras ver el vídeo que Defensa Animal colgó en su espacio en Facebook. No lo pego aquí para evitar el sufrimiento a los lectores: un sala de matadero, con sus paredes alicatadas blancas, tubos fluorescentes, operarios con delantal. Una vaca cuelga de una grúa por la pata. Cae al suelo. Está viva. Los operarios la cuelgan de nuevo. Tras varios intentos fallidos, la rajan por dentro. De la barriga sale un ternerito. El ternerito cae al suelo, que ya es un gran charco de sangre. Se levanta trabajosamente, deslizándose. No pude ver más.
Sin llegar a estos extremos, el vídeo de Greenpeace contra Nestlé y su chocolatina KitKat incide en lo mismo. Y me pregunto, de nuevo, si hace falta. Y si aún así dejaremos de comer KitKats.
Y ternerillos, lechoncitos, cochinillos... Que no son de plástico, como los que aparecen sonrientes en los escaparates de los restaurantes.
Son seres que sufren, igual que tú y yo.
Demos la bienvenida, por cierto, a Periodismo Humano. Un medio que, para variar, nace con la promesa de dar caña donde hace falta.