La valiente, desolada y olvidada historia de Éritrio

Publicado el 27 enero 2015 por Netomancia @netomancia
Éritrio era un valiente y leal guerrero, soldado audaz que podía enfrentar a un ejército enemigo sin otra ayuda que su espada.
El rey Horacio lo mandó a llamar, en su afán ambicioso de conquistar nuevas tierras y acaparar todo el oro que fuera posible.
Éritrio acudió de inmediato al gran palacio, sintiéndose bendecido por el llamado.
- Conquistarás en mi nombre y todo lo que tú te apoderes será de nuestro reino. ¡Lo llenarás de gloria!
- Iré dónde usted lo desee, su majestad.
- ¡Quiero que conquistes el mundo!
Sin perder tiempo, Éritrio partió raudo con un grupo de hombres. A medida que fue avanzando, fue sumando gente en sus filas. Mercenarios, guerreros, simples campesinos. Hubo una época de esplendor donde los ejércitos enemigos se rendían a sus pies.
Llegó cierto momento en que era tan grande la distancia que lo apartaba de su rey, que dejó de enviar el oro. En su lugar, fue fundando pequeñas aldeas. Pero jamás se detuvo. Cruzó mares y desiertos, selvas y montañas.
Durante décadas siguió sumiso su misión. Sin darse cuenta, ya viejo y acompañado de un puñado de hombres, arribó nuevamente a su reino. Ya no quedaba tierra por recorrer.
Pero al querer entrar al palacio, se lo impidieron.
- ¿Y quién eres tú? - le preguntaron, apuntándole con lanzas.
Vociferó su hombre, golpeándose el pecho. Pero no hubo voces de asombro ni de aprobación.
- ¡Exijo ver al rey Horacio!
Los guardias rieron. Había invocado al pasado.
- Horacio está muerto desde hace treinta años, imbécil. Lárgate de aquí de inmediato.
El héroe olvidado en vano trató de abrirse paso, ni siquiera con la ayuda de quiénes lo acompañaban. Su reino lo desconocía. Ya no quedaba nadie que recordara su rostro. Y mucho menos, nada de aquella promesa  de gloria que alguna vez le habían permitido soñar.
No permitió que lo siguieran. Se internó solo en la noche, perdiéndose en el horizonte entre almas vagabundas y soldados abandonados.