Quizás algún día le diga a mi vecina que la observo todas las mañanas desde detrás de la cortina.
Ya es la hora. Primero, ruido de persianas y ventanas al abrirse para ventilar, después, el aroma del café recién hecho. Los pelos alborotados, el pijama arrugado, la cara sin lavar.
Quizás algún día le diga a mi vecina que la observo todas las mañanas desde detrás de la cortina.
Quizás algún día le diga a mi vecina que la observo todas las mañanas desde detrás de la cortina.