recrea las grietas de un tiempo que brota ajeno
y descarnado
oculta la ciudad desconocida
la infancia finge el latido inexistente del espíritu
envenenado el alimento sombrea
y multiplica la torpeza de sus rasgos
forma no sino polvo
luz que no separa vivos de muertos
imagen padecida en los huesos que aún sobran
continuidad del pulso paralizado en su otra voz
tal vez la madre percibe
el sonido insistente y amargo de Dios
quizás el dolor morada de la bestia
por mi vientre resucitada
pero más profundo es el silencio II la noche compite con la fuerza de la muerte
transforma con insistencia los rasgos del alma
débil y derrotada como la piedra ante sí misma
revela desiertos la luz a su figura
más allá de estas paredes
el cielo pertenece a la catástrofe