“La victoria llegará cuando comer bien sea un derecho de todos”
Publicado el 28 enero 2018 por Carmen Calabuig López
@revoltosa1952
QUÉ MUEVE A... CARLO PETRINI
Carlo Petrini, fundador del movimiento Slow Food, lleva una vida defendiendo el consumo local de alimentos y rebatiendo a quienes dicen que una agricultura más productiva es la solución contra el hambre
"La idea inicial de Slow Food era defender la diversidad gastronómica contra la homologación de hamburguesas y patatas fritas que traía el fast food", explica Carlo Petrini, fundador del movimiento. Pero también nos ocupamos de la cuestión rural y de la ambiental, no solo de lo gastronómico. "Ver la pérdida de biodiversidad y el cambio climático y seguir exaltando el sabor y la calidad de una cebolla es un poco... Pero también es triste ser ambientalista sin ser gastrónomo: necesitan más alegría", reflexiona. El equilibrio entre conocimiento, respeto y placer es la filosofía Slow Food.El movimiento, con su propia universidad de Ciencias Gastronómicas (desde hace 13 años) y presente en más de 160 países, ha creado iniciativas como el Arca del Gusto, donde se protegen alimentos en peligro, como la cebolla morada de Zalla. La batalla, que libran desde hace casi 29 años, es extender el conocimiento y el cuidado de la comida y fomentar la producción local y rural por todo el mundo.“La victoria solo llegará cuando comer bien sea un derecho de todos. ¡De todos! Y no un lujo reservado a unos pocos”. Hoy, según el sociólogo italiano, nos encontramos con agricultores pobres que hacen productos buenos para los ricos. “Y de otro lado, empresas riquísimas que hacen la comida de los pobres. Esto no va bien”.La información es el otro gran desafío de una época, en la que, insiste Petrini, sabemos poquísimo sobre qué comemos. Ni siquiera, sostiene, somos conscientes de la importancia de lo que nos llevamos a la boca. “Hace falta más educación alimentaria, sobre todo con los niños. Los Gobiernos no la proporcionan, dicen que no tienen dinero. Y enfrente hay multinacionales que gastan cifras inverosímiles [in-ve-ro-sí-mi-les, repite deletreando] en publicidad”, apunta. Una publicidad difícil de descodificar, sobre todo en el caso de los menores.La alternativa que ofrece Petrini —y, según él, la solución a muchos de estos males de malnutrición, climáticos o alimentarios— es la pequeña producción local. El respeto y la “valorización” de la comida, tanto en el precio como en sí misma. “Hay que reconstruir la economía local. Se puede producir comida buena, limpia y justa, sin desperdiciar”.— ¿Se puede realmente? Hay quien mantiene que con ese modelo no sería posible alimentar a una humanidad cada vez más numerosa…— Eso es mentira. Mentira. Mentira.“La economía local, el kilómetro cero, es sostenible para el medioambiente, porque se evitan emisiones innecesarias. Es sostenible para los ciudadanos, que obtienen comida fresca, de temporada y de calidad. Y es sostenible para los agricultores y productores, que eluden a los intermediarios. El problema es que hoy día los campesinos cobran muy poco, los ciudadanos pagan bastante, y quienes se quedan con la mayor parte del pastel son los intermediarios comerciales”, argumenta.
¿Hasta cuándo sostendremos esta idiotez que pone de rodillas a los agricultores, que nos hace comer m... solo porque cuesta poco?