Revista Literatura

La vida

Publicado el 27 marzo 2019 por Rogger

Escribe Rogger Alzamora Quijano
No envejecemos cada trescientos sesenta y cinco días. No hay que esperar ese plazo para sentir que hemos vuelto a ganar… y perder frente al tiempo. Envejecemos día a día.
No me interesa celebrar mi cumpleaños, prefiero celebrar la vida, mi vida. Lo increíble y apasionante de estar en este mundo. Tras sortear mil peligros a cada paso, sin saberlo terminar eludiendo a la muerte antes de poner la cabeza en la almohada al final del día.
Debe ser porque queda poco, a lo sumo diez más, de acuerdo a mi plan de supervivencia, que me tomo el tiempo necesario para deleitarme mirando la lluvia, el sol, y la suma de ambos. Los amaneceres y los ocasos, enigmas y promesas. Caminos y puentes, cielos y latitudes.
Fui y soy feliz, bajo los cánones blancos, negros y grises de la felicidad. Así lo dictan las leyes del universo.
Debo enorme gratitud a las estupendas personas que llegaron a mi vida. Las que se fueron, me dejaron por lo general buenas enseñanzas, momentos épicos, abrazos imperecederos. Quienes quedan son el premio que la vida me da por alguna inexplicable razón que inmediatamente agradezco. Y por cierto, hay tres o cuatro seres que han salvado mi vida. A ellos les debo todo, absolutamente todo. Mi ver, mi caminar, pensar, recordar. Mi viajar, conocer y comprender mi raíz, mi tallo, mis ramas, mi sombra.
Celebro poder transmitir lo que sé, a quienes necesitan y quieren saber.
Me conforta ser capaz de conmoverme ante el dolor, solidarizarme en la práctica y no solo en el discurso. Asociar un rincón de mi experiencia con cualquier historia y cualquier persona, porque todo en esta vida se repite, nada es nuevo.
Duermo tranquilo y cuando quiero me desvelo gratificado por el insomnio, a veces para ver alguna película, para escuchar música o sentarme a fumar leyendo ante el fresco de la madrugada. Me gusta ver la primera luz, sentir la renovación de la promesa, recobrar el vuelo del espíritu. Beber un café, crear y deshacer. Planificar, soñar, esperar y perder a cada instante.
Ya no me duelen las caídas ni me asustan las dudas. Puedo fracasar mejor hoy, sostener un rojo sobre el verde magnífico que ayer me deslumbró, borrar y volver a empezar muchas veces. Puedo agonizar y un rato después volver a comenzar.
Derechos Reservados Copyright 2019 de Rogger Alzamora Quijano

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