Ocho de la mañana. Suena la alarma con un ruido estridente que te recuerda que tienes obligaciones, que no puedes seguir calentito en la cama, que te tienes que levantar.
Apagas la alarma y, aún medio dormido, empieza lo que yo llamo “La ronda de la consulta”. Instagram, Facebook y Twitter en bucle y, finalmente, te quedas en este último hasta que ves el último tweet que viste justo antes de dormir. Ya estás tranquilo, lo has visto todo, no te has perdido nada y el mono se desvanece por unos instantes. Has perdido veinte minutos de vida y el día acaba de empezar. Magnífico.
Este soy yo cada día.
Y es una verdadera mierda.
Vivimos una época en que el enganche a las pantallas nos convierte en meros muertos vivientes que viven por un like o tener más seguidores. Es la droga del siglo XXI, la droga por la que tenemos más mono, de la que dependemos más. La droga que nos puede conectar al otro extremo del mundo y nos desconecta de la persona que está a nuestro lado. Vaya mierda, ¿no? Estar más pendientes de algo que ni nos va ni nos viene y dejar de lado todo lo importante.
Y es que ¿quién no ha cogido el móvil alguna vez en una cena o en esa cita tan importante? ¿Quién no ha estado más pendiente de la pantalla que de lo que te dice esa persona que te está hablando?
Lo peor es que nos estamos perdiendo la vida, nos empeñamos en mirarla a través de la pantalla cuando, simplemente, debemos alzar la cabeza y darnos cuenta de cuan bonito es todo para disfrutar de lo que estamos viviendo.
Nos hemos vuelto locos cuando grabamos un concierto en lugar de bailarlo, cuando hacemos mil fotos de ese momento que llevamos tanto tiempo esperando. Todo eso caerá en el olvido, joder, se quedará en un rincón abandonado en la última carpeta del ordenador.
Dediquémonos a vivir el momento, a crear recuerdos emocionales, no físicos.
Lo cierto es que me doy rabia cada vez que tengo la necesidad de hacer La ronda de consulta. Lo hago tantas veces que, en ocasiones, no hay nada nuevo que consultar. Me da rabia que, a veces, mi autoestima dependa de los likes. Me da rabia darme cuenta de que pierdo horas y horas cada día en algo que no me aporta absolutamente nada, en ver un mundo que no existe, en tener envidia de vidas que son mentira.
Porque la única verdad es que todo es mentira.
No somos como aparentamos ser.
No somos tan felices, ni estamos siempre tan guapos.
Lo sabemos y, a pesar de ello, nos lo creemos todo y nos dañamos continuamente.
Esto es el siglo XXI, el de vivirlo todo a través de una pantalla y no saborear la verdadera realidad. ¿Bonito? No lo sé. ¿Estúpido? Desde luego.
Pongo punto final a este texto que escrito con boli y papel, con el móvil en otra habitación para evitar tentaciones. Salto del sofá y camino rápido hacia el aparato. Necesito ver si tengo alguna notificación, si alguien quiere saber de mí, si tengo algún like más, si soy más popular, si el mundo me quiere, si soy importante para alguien.
Un par de mensajes en whasap sin importancia, un buen puñado de likes en Twitter, Instagram y Facebook. Suspiro aliviado. Todo eso hubiera podido esperar, nada es verdaderamente importante o urgente. Pero yo ya me siento más tranquilo.
Ya me he quitado el puto mono que llevo sintiendo todo el puto rato.
¿Y vosotros/as? ¿Cómo os sentís respecto al uso de la tecnología?