La vida no es tan dulce o cosas que me da miedo contar

Publicado el 28 mayo 2012 por Biscayenne
Ayer por la noche, leí este post de Gratis total, que me llevó a otro, ése a otro, y aquél a otro más.
Tratan sobre la diferencia entre la vida chiripitifláutica color de rosa que sale en los blogs y la vida real.  Ya os he hablado antes de mi cruzada personal contra el monismo, cuquismo y pastelismo. No porque no me gusten las cosas bonitas o adornadas, sino por la artificiosidad que venden, las expectativas que crean.

Ahora lo que se lleva en internet es que todo sea bonito. No normal, cutresalchichero o corriente. Todo es perfecto, inmaculado: la ropa que lleva ésta, la casa de revista que tiene ése, o la comida sin tacha de aquélla. 
Supongo que le gente piensa que para ver cosas feas ya tenemos nuestra propia vida, y que entramos en los blogs para ver cosas atractivas, aquello que no tenemos y a lo que aspiramos. Pero la sobreexposición a lo bonito puede tener efectos secundarios y adversos: ¿nunca os ha entrado bajón después de leer alguna cosa en un blog? esa sensación de yonuncavoyapoderhaceralgoasí, yyoconestaslorzas, todoelmundotieneunavidagenialmenosyo ... No se trata de celos, sino de la percepción errónea de una parte por el todo. 
Los blogs se han convertido en una revista de alto nivel, en la que sale solamente lo hermoso, lo conjuntado y preparado. Nadie cuenta sus miserias, sus fallos, secretamente estamos contentos de que los lectores anónimos piensen sobre nuestra ficticia vida genial. 
Pinterest es la guinda del pastel, ése que por dentro es de porexpán. Fotos y más fotos de perfección sublimada, donde hasta lo que tiene pinta de casero y espontáneo está milimétricamente planificado. Experimento: probad a buscar shit (mierda en inglés) en Pinterest y ved las cosas cucas que aparecen.
La ficción publicitaria llevada al terreno de los blogs de comida, que es lo que me atañe a mí, tiene otros aspectos. El estilismo culinario ha llegado para quedarse, las fotos son de nivel profesional. Da la impresión de que hay gente que nada más levantarse se pone un delantal de flores y bordados para hacer bizcochos (o guisos) sin mácula. Tienen vajilla y trapos de todos los colores que conjuntan con el tono de la comida, flores que aparecen estratégicamente difuminadas al fondo de la imagen, mesas de madera kilométricas, todos los ingredientes y cacharros del mundo... No sólo eso, sino que además tienen tiempo para hacer todo esto y más, posts todos los días, cursos, eventos, saraos y llevar una vida normal que sólo intuimos.
Todo eso no es real, y es bueno que no lo sea. Todos los blóguers intentan sacar en su espacio lo mejor de sí mismos con mucho trabajo, pero quizás un poco de realidad no estaría mal de vez en cuando, ¿no?
Yo intento siempre daros un punto de vista realista sobre lo que hago, pero puede ser que también a veces contribuya a crear esa sensación de todo es fantástico en mi vida y en mi cocina, así que aquí van algunas cosas que me da miedo contar, porque la vida no es tan dulce, queridos:
  • No siempre me sale todo bien a la primera, ni a la segunda o tercera. Ha habido cosas que he hecho que nunca he puesto en el blog porque pensé que no pasaban el corte de la calidad media que se ve por ahí. Los macarons no he conseguido hacerlos por mucho que lo he intentado, así que les he cogido manía.
  • Al principio soñaba con llegar al nivel de otros. Como sé que eso no es realista, y no me apetece gastar mi tiempo en conseguirlo, lo he dejado por imposible.
  • A veces me agobia no tener nada que escribir, ninguna receta nueva que poner aquí. No tengo mucho tiempo libre y en demasiadas ocasiones lo quito de otras cosas para invertirlo en el blog, estoy intentando ser más racional y racionada.
  • Me repatean las modas y las reglas. Cada vez me estoy volviendo más integrista y radical contra las tonterías impuestas.
  • Me preocupa perder el rumbo. Este blog no es sólo de recetas, o sí, pero con mi propia voz y mi modo de contar las cosas. No quiero que se convierta en un recetario bonito al que vengáis a copiar una fórmula, sino a leerme. De todos los blogs que sigo, hay muy pocos que lea para escuchar lo que dicen "además".
  • Me he sobresaturado de blogs de cocina y gastronomía. Me importa un rábano a qué sarao promocionado va Periquita o qué recomendación da hoy Fulanito. Leo cosas que versan sobre comida, no de recetas. Y mucho sobre series, historia, literatura. Mi vida no gira sobre la repostería, a dios gracias.
  • He estado a punto de dejar el blog dos o tres veces en menos de un año. Porque me robaba tiempo, o porque no llegaba a ser lo que yo quería.
  • Soy muy negativa, y siempre pienso que lo de los demás es mejor que lo mío.
  • Hago todas las fotos del blog con el móvil. Sí. Cuando quedan oscuras, o claras, las retoco con photoshop, que para eso soy una profesional del diseño. N tengo dinero para comprarme una supercámara ni paciencia para estilizar todo.
  • Intento no montar atrezzos para enseñar la comida, pero a veces es inevitable porque mi cocina es un desastre y no hay casi luz en ella (ahora menos, porque andamos sin bombillas), así que me voy con toda la historia a la mesa del salón.
  • Todo lo que enseño se come: de hecho, a veces se come antes de enseñarlo y para cuando quiero hacer las fotos no queda demasiado. Una vez corté un trozo de tarta para poder fotografiarlo antes de llevarla a la mesa y me arrepentí porque la sensación de cortarla delante de los comensales no se paga con nada.
  • Tengo una cocina normal, más grande que la que tenía en el anterior piso de alquiler, pero nada pega con nada ni es especialmente bonito. No tengo boles ni platos de todos los colores del arcoiris, los trapos y manteles están sin planchar, y todo lo que sale es mío y de uso habitual, hasta las cosas antiguas.
  • No me regalan nada. Todo lo que enseño en este blog lo he comprado yo, para bien o para mal, porque aún no me han ofrecido mandarme ningún jamón.
  • Tengo una gran tendencia a sabotearme a mí misma y a pensar que todo saldrá mal.
  • Soy impuntual y muy desordenada. Hasta límites insospechados.
  • Trabajo en casa y es lo peor que os podáis imaginar. Aburrido y monótono hasta la saciedad, siempre ando en pijama y hecha un desastre.
  • No me gusta el trabajo que hago 40 horas a la semana y estoy deseando cambiarlo por algo tremendo que tengo en mente, pero voy retrasándolo y poniéndome excusas porque pienso que no seré capaz de conseguirlo. Y esto no es para que me digáis que sí, que claro que podré, porque soy cerril y me suelen dar igual las flores que me echen.
  • La vida que pensé que tendría con 30 años no se parece en casi nada a la que tengo.
  • Soy tímida, insegura y no me gustan los consejos. Ni el fondant, ni la artificiosidad ni el color rosa.
  • Me aburre la perfección que algún tiempo intenté alcanzar.
  • Odio los programas de viajes porque no me puedo ir de vacaciones.
  • Antes era delgadísima y ahora normal. Lo llevo fatal.
  • Si no comento en otros blogs no es porque me crea guay, sino porque no tengo tiempo.
  • A veces escondo mis aficiones o conocimientos porque creo que la gente va a pensar que soy una pija o elitista. Y nada más alejado de la realidad, soy muy normal. 

Esto es lo que esconde este blog. Me gustaría que más gente, igual que ocurrió con la iniciativa Things I´m afraid to tell you en muchos blogs extranjeros, se animara a contar su realidad. Porque las #cosasquemedamiedocontar son lo que nos hace cercanos, normales, achuchables.
La foto de arriba es vuestra si la queréis usar en un post como este. Ánimo, valientes.