Apollo 11 mission officials shortly after the successful Apollo 11 liftoff
Once días.
Levantarse sobre las 7 de la mañana, al amanecer, sin necesidad de poner despertador. Es la primera que me sucede algo así. Un café. Un paquete de tabaco. Seguir la narración por donde iba, añadir varias páginas.Descansar sobre las 12, estirar las piernas, un segundo café. Leer cosas. Noticias. Algún vídeo chorra. Twitter, Facebook. Revisar ofertas de empleo, apuntarse a varias, enviar cvs.Repasar las páginas nuevas.Almorzar. Tercer café. Ver más noticias. Seguir la lectura de alguno de los libros que tengo empezado. Revisar desde el principio. Cenar.Estar sentada a esa hora extraña y deliciosa, que coincide con las 22.22 horas. Corregir lo último, añadir algo. Anotar ideas breves o detalles concretos de cómo sigue el hilo.
No echo de menos el blog, ya estoy escribiendo otra cosa. Acostarse en la cama, pero para estirar las piernas: la postura por defecto es la de un yogui encima de la silla, con las piernas cruzadas, hasta que las horas pasan factura. Entretenerse con algún artículo, o algún documental, en el móvil (no tengo portátil). Quedarme dormida sin querer.
Levantarse sobre las 7 de la mañana, al amanecer, sin necesidad de poner el despertador. Es la segunda vez que me ocurre.Un café. Un paquete de tabaco.Seguir la narración por donde iba, añadiendo varias páginas.........
Levantarse sobre las 7 de la mañana, al amanecer, sin de necesidad de poner el despertador. Es la undécima vez que me ocurre.No han llamado de ninguna oferta.
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Levantarse al amanecer, sin necesidad de despertador.
La segunda parte de Los versos del hambre tiene forma. No, no es la segunda parte, son todos los capítulos eliminados sobre esa cosa de escribir y sus consecuencias. Hasta la puedo convertir en ficción, para que la tomen en serio. En un mes podría estar lista, 30 días son muchísimos.
Que poca vergüenza tienen los que se quejan de bloqueo de escritor o de filosofar sobre posteridad y talento y reconocimiento. Qué vergüenza me dan, cuando publican lo que escriben y encima les pagan.
Hambre, necesidad (no poder hacer otra cosa que escribir) y enfermedad (no querer hacer otra cosa que escribir), las tres cosas que tenían los antiguos para su angustia. Promoción, entrevistas y fotos, las tres cosas en las que piensan los modernos..
Deberían exterminar a los quejicas literarios.