Imagen: autoría de Rossana Téllez
En el destello de esta luz
que besa mi ventana,
desnudo la mañana de cordura
y me visto de ti,
a una distancia demasiado calculada,
lejos de mí,
entre ese espacio
en que me habitas
y un tiempo de tortura.
Muero de ti,
en el débil latido
que nace de un corazón
teñido de esperanza.
Bajo este cielo carmesí
que a veces compartimos,
rasgo las horas
y trazo un plan soñado
entre tus ojos y los míos.
No me ves,
respiro entre tus labios
y acaricio ese momento
con el beso traicionado
que soplo en el espejo.
No invoco tu presencia
para amarte,
me abraza la ilusión
de imaginarte hoy,
en la aurora que contemplo
y que cincela este pecado
en un hueco de mi alma,
y en las espinas de las rosas
que deshojo con
cada oración pronunciada.
Soy la nota que sueña con
tocarte en el suave
susurro de tu guitarra.
Mi eterna primavera
es la alegría de tu voz,
y tu risa,
el aire que me falta.
Vivo sin ti en este silencio
que transito,
pero en el grito ahogado
de mi corazón,
estás siempre conmigo.
© Nuria Caparrós Mallart