La encargada de la empresa de Cesar dejó el trabajo poco antes de regresar Ana al pueblo, así que Lucia, aprovecho para convencer a Cesar que su hija era la persona ideal para ese puesto, al hombre, que permanecía soltero, nunca olvidó a Ana, le pareció muy buena idea, esperaba reconquistar a Ana, algo que le sería muy sencillo, además, como también era el dueño del único hostal, Sofía sería la recepcionista, puesto que ocupaba a ratos su hermana Pilar, pero no disponía de mucho tiempo para ello, pues acababa de dar a luz a su quinto hijo. Sofía y Mari Luz, su hermana pequeña, se sentían enjauladas en esta nueva vida.Mari Luz, sigue sus estudios en el pequeño instituto del pueblo, ha conocido a Carmen, recién llegada también, ambas se hacen compañía, Mari Luz añora a sus amigas, sus salidas después de clase, algunos domingos de ir al cine o tomar un refresco, ahora todo se limita a pasear junto a Carmen por la plaza mayor, sentarse en un banco y contarse sus inquietudes. El dieciocho cumpleaños de Sofía se acerca, aunque para ella será como cumplir cincuenta, piensa que su adolescencia se perdió al llegar a ese lugar, que parece anclado en los años setenta, tan solo han pasado seis meses desde que llegar allí y le parece una eternidad, no deja de preguntarse qué será de Alberto, no se resigna a volver a verlo, a sentirlo , a amarlo una y mil veces mas , cierra los ojos y se imagina bajo la vieja Encina, entre los brazos de Alberto, su primera vez, fue un momento tan dulce, sus ojos se nublan, su vida entonces era emocionante, divertida, le quedaba poco para acabar sus estudios de Educación Infantil, compartir confidencias con sus amigas, burlar la vigilancia de su madre y encontrarse con su amor, como añora aquellos días.Ana anuncia su compromiso con Cesar, Lucía con su particular ironía, felicita a su hija, le dice que eso debió pasar diecinueve años antes…el día del cumpleaños de Sofía, el próximo domingo, que se celebrará una fiesta en un salón del hostal de Cesar, se hará público, Sofía y Mari Luz, cruzan sus miradas, otra ridiculez de su madre. Sofía recuerda la imagen de su padre, al que adoraba, ahora lo entiende mejor, después del accidente, Ana no hablaba de él, como si el dolor se lo impidiera, aunque simplemente se sentía avergonzada, pero conoció la verdad, al escuchar una charla de ella con su tía Julia, la hermana de su padre, al poco de instalarse en el pueblo, Julia visitó a unos familiares de su esposo y aprovecho para saludar a sus sobrinas, discutían, esta le reprochaba el haberle amargado la vida a su hermano, alejarlo de su familia con artimañas, nunca estuvo enamorada de él, no era más que una chismosa pueblerina que se sentía una reina en un castillo de aire, construyó una vida de apariencias, por su mente cerrada y su boca ligera obligó a su hermano a mal vivir, igual que hacía con sus hijas, no era de extrañar que acabará encontrando el amor en otro lugar, al parecer su padre , poco antes del accidente, le habló claramente a su madre, se había enamorado de otra mujer y deseaba compartir su vida con ella, a lo que Ana se negó.
Llega el día del cumpleaños de Sofía, está todo preparado, la muchacha no sabe si para ella o para la comedia de su madre con Cesar, siente rabia, no está dispuesta a seguir perdiendo su juventud, ni vivir una vida que no le gusta, como aguantó su padre, ya es mayor de edad, en este tiempo trabajando ha guardado un dinero, coloca algunas de sus cosas en una bolsa de viaje y sin decir nada, mientras su madre y su abuela ultiman los detalles para la fiesta de la tarde, se dirige a la estación, deja una nota donde explica todo, anhela llegar a la vieja Encina y esperar a Alberto..El viaje es corto, en dos hora llega a la ciudad en la que se crio, en la que desea vivir, su antigua casa se vendió, visita a María, su buena amiga de siempre, vive con sus padres, pero no tienen inconveniente en acogerla durante un tiempo, eran buenos amigos de Jorge, su padre, Sofía deja su equipaje, y marcha hacia la vieja Encina, sabe que para Alberto la visita diariamente, se sienta bajo la Encina quedándose dormida, está agotada, al poco, un beso en la frente la despierta, es Alberto, sorprendido y feliz de verla, no puede creer que esté allí, Sofía relata a su novio toda la historia, la muchacha llora amargamente, no quiere alejarse de él, ni vivir al gusto de su madre una vida irreal, Alberto la abraza, le promete cuidar de ella para siempre, en cuanto sea posible se casaran, nadie se lo puede impedir..Ana, busca a Sofía, es la hora de almorzar, antes piensa llevarla a ver el salón, está a punto para la fiesta, pero en su habitación tan solo hay una nota, Ana la lee, no puede creer lo que le dice su hija, tanto luchar por lo que ella estimaba era una vida perfecta para sus hijas y Sofía la acusa de asfixiarla en ese pueblo, de intentar convertirla en una copia de ella y su abuela, una mujer frustrada, con una vida de hastío, le ruega que no la busque, cuando sea el momento, contactará con ella, que invente lo que quiera para nadie murmure, pero que ella va donde debe estar. Ana le cuenta a su madre, Lucia le dice a su hija que ella sabía que esa niña era como su padre, lo mejor será seguir como está dispuesto, la fiesta será solo de su compromiso con Cesar, dirán que Sofía, mañana comienza en un trabajo en la capital y no ha podido quedarse, nadie tiene que saber nada, Mari Luz, llora, ahora está sola para aguantar esto. Se anuncia el compromiso y próxima boda, con toda naturalidad, tan solo Mari Luz, añora a su hermana y se siente fuera de lugar, la vida sigue para familia..Ha pasado un mes desde que Sofía se reencontró con Alberto en la vieja Encina, con la ayuda de los padres del muchacho, celebran una boda intima, a la que es invitada su tía Julia, tan solo le falta su hermana, pero no es conveniente que la niña conozca los planes de su hermana, vivirán en un apartamento propiedad de los padres de Alberto, que tenían alquilado, pero antes que nadie está su hijo, en unos días, visitaran a la madre de Sofía, de su actitud dependerá el perder a su hija, como en su día sucedió con su esposo,. En la vida no se puede pretender que los demás sean marionetas que bailen a nuestro antojo, hay que respetar, ceder y ser capaz de reconocer nuestros errores.Magda Jardí©Derechos reservados