Esta nota ha sido escrita con una dedicación especial a Colombia, siendo evidente que lo sucedido es un fenómeno de ocurrencia universal. Lo concibo así porque, en verdad, son alarmantes los episodios de violencia intrafamiliar en mi país; lo cual no implica que no me resulte lamentable y reprochable que esto suceda en otros confines.
Hoy en día es cada vez más preocupante testimoniar cómo la violencia intrafamiliar está presente en todo momento, en todo lugar y de distintos modos. No hay un día en el que los medios de comunicación no transmitan noticias al respecto, con unos casos que van más allá de lo salvaje; donde, sin duda, generalmente las víctimas son las mujeres y los niños: Puñetazos, cachetadas, mordidas, quemaduras, arañones, empujones, patadas, coscorrones, latigazos, apaleadas, escupitajos, puñaladas, machetazos, balazos... ¡La muerte! No obstante, no hay que echar en saco roto que sea por reacción (defensa) o por otra circunstancia, últimamente se registra una tendencia al incremento de la violencia de las mujeres en contra de los hombres.
Entonces, uno se pregunta por qué suceden esas cosas, y las respuestas siempre son múltiples. Angustia saber que la mayoría de las agresiones, que en no pocas ocasiones terminan en muertes, se presentan por conflictos pasionales que no solamente corresponden a celos por infidelidad: Porque la mujer no quiere sexo, o viceversa; porque cualquiera de los dos no lo hizo bien, porque el uno no le hizo al otro alguna caricia, etcétera. Es cierto que, por ejemplo, es Troya cuando el hombre accede a la mujer a la fuerza, sin el consentimiento de ella. No debe pasarse por alto que tal situación, independientemente de que sea entre pareja, constituye un delito: Acceso carnal violento.
Igualmente, hay violencia intrafamiliar por situaciones relacionadas con el manejo económico y general del hogar: Porque el hombre no trabaja porque no quiere. Porque éste no da para la comida y prefiere gastarse la plata en trago y en otras cosas. Porque la mujer no cocina por pereza, o porque no sabe cocinar. Porque la mujer no deja que el hombre se vea sus programas de televisión favoritos, y viceversa. Porque el hombre no ayuda con los oficios de la casa. Porque la mujer no lava ni un plato. En suma, son múltiples las causas de la violencia intrafamiliar.
Desde luego, todo sucede, en esencia, porque abunda la intolerancia, la cual surge con más frecuencia cuando se está bajo los efectos dellicor y de sustancias psicoactivas, entre otras condiciones anímicas que alimentan la ira, la carencia de sensatez, como pueden ser patologías que producen trastornos en la personalidad de las personas.
Casi siempre cuando se utiliza la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, se pretende demostrar valentía, fortaleza; pero, a la postre, la violencia no es más que una conducta que refleja la debilidad de las personas, al no ser capaces de controlar los impulsos de la agresividad, de la insensatez, al no ser capaces de comprender en el momento (por el acaloramiento, o por la falta de una formación adecuada en cuanto a los valores) que la mejor manera de zanjar las diferencias es, como nos enseña la Filosofía Ubuntu, por medio del diálogo, antes que acudiendo al uso de la violencia física, verbal, gestual, psicológica o emocional, etcétera.
No es justo que, hasta por el detalle más mínimo, nos estemos matando. Mientras no dejemos de proporcionarles albergue en nuestras almas a losantivalores, mientras no aprendamos a valorar la importancia de nuestras propias vidas ni las de las de las demás personas, continuaremos de mal en peor.
Siempre se ha dicho que la familia es el espejo de la sociedad. Entonces, ¿qué puede esperar una sociedad cuando las manifestaciones de violencia, entre otras conductas reprochables, emergen desde la familia? Quien sale mal de la familia, entra mal a la sociedad. ¿Qué se puede esperar, entonces, de unos niños que se crían en un entorno de violencia? Que con el tiempo ellos hagan lo mismo entre ellos y con otros. Que caigan en problemas de drogadicción y, seguramente, de delincuencia. Esto suele acontecer porque ellos, cuando son testigos de tal violencia, como simples observadores, o como víctimas, se llenan de rencor, de agresividad, de ánimo de revancha, adoptan comportamientos de aislamiento social. ¡Ah!, creo que no miento al decir que también en no pocas oportunidades se busca 'refugio' en el ejercicio de la prostitución. Son, pues, bastante delicadas las secuelas de la violencia intrafamiliar.No se requiere ser un experto en psicología ni en psiquiatría para dimensionar las consecuencias funestas de la violencia intrafamiliar; un problema social que, indudablemente, debe hacer parte de la agenda de prioridades del Estado; pero no con simples talleres, charlas y actividades lúdicas (sin desconocer que esto es importante), sino con acciones realmente estructurales, que ataquen el mal desde la raíz. No en vano es que, aunque la violencia intrafamiliar reside hasta en los estratos más altos, ésta se presenta más en las comunidades más vaciadas. Sin pretender justificarla, ¿acaso es mentira que el hambre muchas veces es un factor de violencia intrafamiliar, entre otras carencias personales?Naturalmente, la tarea de neutralizar el pulpo de la violencia intrafamiliar es algo en lo que debe haber absoluta corresponsabilidad entre la familia, el Estado y la sociedad en su conjunto.¿Cuándo será que la ciencia logrará inventar unavacunacontra la violencia? De lograrse esto algún día, sería uno de los inventos más benéficos para la Humanidad, indudablemente. Dicha vacuna podría llamarse, por ejemplo, NOVIOLENTINA. Bueno, si la ciencia todavía no la ha creado, entonces hagámolos nosotros desde nuestras casas. ¡Sí, esta es la consigna! Que todos nos convirtamos en científicos creadores de dicha vacuna.