La voz del cuento.

Por allá por donde el cielo se confunde entre las nubes y el viento,
por donde el sol de los cerros ilumina el cuarto abierto donde con
la luna se da besos y luceros; y luego al poniente el suelo lo
refrescan aguaceros donde caen astros gimiendo. Donde el día
parte de sueños cuando está lejos el regreso y el pretérito se alaba
sus progresos. Por donde los ríos del pueblo traen las aguas que
se fueron a buen puerto; por allá, por allá lejos la recuerdo…

Gravitando esperanzada con mis cartas, de rosa y dental al
alba. Ni dormida, ni despierta; acalorada y orgásmica. Con los
ángeles en vela y vueltos estatuas observándola. Vestida,
desvestida, presumida; desnuda, reflexiva y lánguida. Cultivando
las palabras para darlas, a todo el que le hicieran falta. Por allá
donde los árboles rimaban plantando sabia y no erratas; – Por allá
donde los dedos, los viejos versos por los caminos desandaban.

Por allá legaron sátiras, floreció tras serenatas, por allá la cruel
distancia fue encontrada en una lagrima sangrada; matándola…

-   Por allá…; por allá por donde nadie imaginara…

¡Por allá hasta el cuento hablaba y al final daba las gracias!

Y por allá me esperaba enamorada un Hada mágica, para
darme las palabras que tocaran sin pagarlas. Las que cupieran
en mi cofre de pirata. Las medias buenas, las menos malas, las
imperfectas y las siempre exactas ya calculadas. Pero nunca
me dios las banas, ni las alérgicas y de facilidad abstracta. Ni
las faltas de gracia que atrasan porque nunca dicen nada,
pues por allá el diccionario no hacia trampas; y solo hablaba…

¡Y la Diosa de las letras era sana; con su importancia!

Y en las tardes como pluma divagaba; y extasiada daba
lengua ensalivada, a los labios de gargantas que inflamaran
mencionándola. Y las cartas las leía entusiasmada, una a
una y sin juzgar por la gramática, pues llegaban sin pedirlas
en piñatas, para fiestas donde al explotar gritaban: Si te
falta la expresión no eres quien hablas. Si no importa
entonces dame tus palabras; sin cobrarme las más caras.

Y si te sobran las guardas para escucharte entre páginas,
por allá por donde el cuento al inspirarte traiga magia.

¡Y digas gracias ojeándolas; y por allá con ella te distraigas!

¡Escuchándola…!

Picture Céline Rosa by Eva Moreno Photographiste 

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