Echaba de menos tener ocupaciones y preocupaciones. Tener la agenda llena no es más que el reflejo de vivir. Empiezan a vislumbrarse los exámenes, los seminarios y las prá
cticas. Empiezo el laboratorio, y con la bata blanca me siento como pez en el agua. Viviendo entre Erlenmeyers, placas Petri, bioensayos y fermentadores, estoy como en casa. El agar es un ingrediente de lo más común en mi día a día. Sembrar en placa y aislar colonias constituye una enorme satisfacción. Producir antibióticos ya es parte de la rutina como lo es hacer la cama o ducharse. Las micropipetas me ponen. Y pronto empezaré a tomarme el café en falcon y los chupitos en eppendorf. Ya no puedo estar sin ellos.Se puede decir que esta semana ha sido la de volver a la rutina, la de contactar de nuevo con la dura vida del universitario y ponerme las pilas, porque en las semanas anteriores estaba haciendo honor a eso de “Los estudiantes vivís como queréis” entre puentes, fiestas y tiro porque me toca.
De todos modos, lo peor aún está por llegar. Pero, al fin y al cabo, ir entrando en materia poco a poco, es la mejor forma de prepararse para ello. Por lo pronto, hoy vuelvo a tener laboratorio. Labo, para los amigos.
