Miguel Parra
Razonamiento abstracto y experimentación. Abstraer es la capacidad que tenemos los humanos de separar, por ejemplo, una propiedad que tienen en común múltiples objetos. Somos capaces de captar la estructura formal de un objeto o de un proceso. Utilizamos variables, símbolos formales. Y reconocemos modos generales de argumentar. Así, pensamos a través de conceptos y construimos teorías. La experimentación, por su parte, implica primero pensar, elaborar hipótesis y luego saber qué aspectos de la naturaleza debemos transformar, medir y cuantificar. La precisión en la experimentación viene acompañada del rigor en el razonamiento abstracto y en la capacidad de utilizar conceptos, unidades de medida y, por supuesto, la matemática. Esta capacidad de razonamiento abstracto la desarrollamos a través de muchas materias: matemática, lógica, física, química, lingüística, dibujo técnico, filosofía, música, etc. En los criterios de evaluación de nuestras programaciones aparece reflejada esa importancia de los procesos formales y abstractos. Sin embargo, vivimos en una sociedad icónica, donde lo abstracto es sinónimo de alejado de la realidad, oscuro, estático y poco moderno. La sociedad icónica nos aboca a una vida mental ceñida a lo concreto. Hay imágenes hilvanadas a modo de narración, pero todo concreto. Hileras de imágenes, microhistorias que no van más allá de sí mismas. Aunque pudieran hacerlo, la velocidad con que aparece la siguiente evita que suceda. La velocidad de los datos nos impide despegar, elevar el vuelo del pensamiento. No nos dejan tiempo para separar, abstraer, ni para relacionar, generalizar, inducir o deducir. Lo concreto, sólo lo concreto. En esta sociedad icónica también se banaliza el concepto de observación. La experiencia fragmentada, sin teoría, nos entretiene, nos embelesa y nos paraliza. La experimentación en el laboratorio resulta una tarea muy tediosa: exige razonar antes de observar, imaginar antes de transformar, y volver a pensar tras anotar. La burbuja icónica, además, nos aleja de la naturaleza, de la complejidad de la materia, de la medición directa, y nos ofrece a cambio una ficción pasajera.Si se debilita nuestra capacidad de abstraer y de formalizar, también se apaga la creatividad, la capacidad de utilizar analogías y metáforas. Deberíamos reflexionar sobre el uso de la imagen en el aula. Las pizarras digitales nos ofrecen un potencial enorme. Y nos ahorran mucho tiempo. Aunque resulte más árido para el alumno, hay tareas que no deben desaparecer: escribir, pensar, leer, mezclar, pesar, medir, dibujar, calcular, argumentar, imaginar, formular hipótesis, formalizar, generar y relacionar conceptos…
http://www.diariodejerez.es/article/jerez/2392086/laboratorio/y/razonamiento/abstracto.html