LaCera y Largo
Vivimos en una plaza redonda plateada. Soy delgado y Largo me llaman. Desde aquí arriba lo veo todo, lo veo, lo veía. Ya no. Algo muy poderoso me ha doblado hacia el suelo de mi amiga LaCera. -Pero te quedan los recuerdos de lo que viste mientras podías–dijo LaCera-. Cuéntamelos, Largo. Cuéntamelo todo. No nos queda mucho tiempo.
-Nuestro mundo ya lo conoces, es esta piscina gigante redonda de bordes plateados. Pero pude ver que más allá del perímetro que nos contiene hay cosas, cosas que no conozco ni sé describir. Son formas extrañas que contienen más perímetros como el nuestro y poco más.-¿Poco más?-Bueno… vi algo más. Miré hacia arriba vi algo que me gustó y que aquí dentro no existe. Era como un vacío de colores vivos, algo que parece muy agradable, tranquilo, un color hacia el que dan ganas de salir volando y atravesar las nubes del desaliento para dejarlas atrás.-Entonces ahí tienes el mensaje, querido Largo, jamás dejes que el desaliento te atrape, ¡vuela, Largo, vuela hacia tu libertad!-¡LaCera adorada, esto se mueve!