Algunos días, cuando salgo de una habitación tras hablar con la futura madre, tengo la sensación de hallarme dentro de un escenario. En mitad de una obra de teatro. Cómo si contemplará de cerca a un personaje de la literatura universal haciendo su papel.
─¿Vas a darle el pecho a tu hijo?
─Me gustaría…, pero no sé.
─¿Por qué dices no sé?
─Depende si tengo leche o no
─Todas las mujeres tienen leche. Lo extraño sería lo contrario.
─A lo mejor no es buena.
─Tú leche es buena, todas las leches de una madre alimentan mejor que las artificiales.
─Bueno, sí… quizás
─La leche materna es el mejor alimento para tu bebé.
─Eso dicen…
─Y tú ¿qué dices?
─No sé…
─Seguro que has pensado en ello durante el embarazo. Dime.
─Si
─Entonces, ¿Vas a darle el pecho?
─Sí… No. ¡Uf! ¿Tengo que decirlo ahora?
Por supuesto ella no podía decidirlo ahora. Está ampliamente demostrado que la decisión de lactar se toma en el embarazo. Y esta mujer, desinformada, desconocía todo lo referente a las innumerables ventajas de esta práctica.
Previsible. En la ciudad a la que pertenece su centro de salud, Almería, las matronas brillan por su ausencia. Entonces, ¿Quién la iba a asesorar?
Los minutos fueron pasando, las horas también. Terminó el parto y el bebé hizo un agarre espontáneo perfecto, desde el primer momento, ya sabéis: boca bien abierta, labios revertidos (hacia afuera) lengua debajo del pezón y nariz y barbilla tocando el pecho. ¡De libro!
Una hora después de contemplar ese maravilloso agarre, me llamó:
─Quiero que me dé un biberón.
─Tu hijo está mamando. ¿Para qué lo quieres?
─No tengo leche, el pecho esta vacío.
─Tienes calostro. Si tuvieras leche, leche, serías un bicho raro. Créeme.
─Sí, pero no saca nada.
Conseguí vencer su resistencia, sembrada de si, no, quizás, puede… no más allá del tiempo que tardará en llegar a planta y pedir un biberón.
Hamlet o la eterna duda. La idea de que nada es real a excepción de lo que se halla en la mente de la persona, sigue presente. Convencer a alguien de una decisión errónea en este tema es tarea de titanes. Aun así hay que seguir intentándolo en espera de que las cosas cambien poco a poco. Quizás si añadimos a las innumerables ventajas conocidas, que la lactancia materna aumenta el nivel intelectual del niño, las madres se animen a llevarlo a cabo. ojalá.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/07/29/psiquiatriainfantil/1375111470.html