Relato: La aparición
Los jóvenes pasaron todo el día disfrutando del entorno, entrando y saliendo de las milenarias cuevas, haciéndose fotos en ellas, saciando su apetito en los lugares acondicionados para ello, y, sobre todo, dejándolo todo tal y como lo encontraron, que era la forma en que habían sido educados. Les gustaba sentarse a admirar el paisaje, a oír el canto de los pájaros y olvidar el estrés y las ansiedades propias del urbanita contemporáneo. La grandiosidad de los picos de inconfundible color naranja, los farallones surgiendo entre cientos de castaños centenarios de formas caprichosas, todo ello en su conjunto otorgaba al entorno un aspecto de maravilloso equilibrio, que aquietaba las mentes y sumergía a los visitantes en historias reales de dolor y muerte pasados, de trabajos que parecieron interrumpirse abruptamente, de pueblos olvidados que habían dejado allí, para mayor gloria del Imperio, su sudor, sus lágrimas, y su vida. En uno de esos momentos de auténtico solaz, decidieron hacerse una última foto a la entrada de la cueva conocida como la Encantada. Judith posó con naturalidad, y mientras lo hacía, algo sucedió que le sorprendió: vio como una sombra atravesaba una de las paredes anaranjadas, emitiendo un aire frío que le hizo estremecer delicadamente.
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