Revista Literatura

Lapso de tiempo

Publicado el 14 marzo 2013 por Sara M. Bernard @saramber

Lapso de tiempo

Lenore from Edgard Allan Poe. Travis Lewis


He tenido que paralizar (si, paralizar, del paralis que me ha dado) la lectura en curso, primera víctima de la lista elaborada para los Idus de marzo. Ahora que ya había cogido carrerrilla, otra vez con posts diarios incluso, pues vuelta a empezar. 
No quería, lo juro. Era feliz en mi ignorancia. David Foster Wallace era una cosa de esas monolíticas, el Everest, el K-2, DFW para los modernos, un dios del que me sé hasta el posible color de sus calzoncillos... y del que sólo había leído "Como el agua". Y un trozo de entrevista vía Youtube, que no pude acabar porque me chirriaba el angustiante tic en los ojos. Una modalidad de tic que gritaba bien claro: ola ke ase, tengo el cerebro hecho una verdadera porquería. 
Pero es lo que pasa. Me dan antojos mensuales que ya he asumido: 1 caja de Donuts, 1 Big King XXL, 1 libro concreto. Así todos los meses. Si tuviera más potencial, los libros serían 20 ó 30. Y también es una manía que se convierta en una propiedad personal. Como el Big King, no lo pides prestado para después devolverlo, ¿a que no? Pues igual, qué hago sacando el libro de la biblioteca si después ya no es mío.
Obsesiones aparte, tras elaborar la lista tuve que salir corriendo porque no podía soportarlo más, y repasé varias librerías que, en ese momento, no tenían lo que estaba buscando en lugar preferente. Encargué unos cuantos títulos y no pude resistirme a volar, literalmente, hacia grandes superficies donde por cojones tenía que haber algo.

Lapso de tiempo

Corre, corre, corre, corre, corre, iaaaaaaaaahhhh


Y claro, luego pasa lo que pasa con tantos sudores. Tanta prisa, ¿por qué?

Lapso de tiempo

Ups, yo no he sido


Al final, llegó a casa el libro que menos esperaba de la lista. Es decir, o sea mira, llevo el libraco de Foster Wallace, gafapastas de mierda dejad de mirarme por los pasillos mientras voy a pagarlo. O sea.
En el capítulo no sé cuántos, de repente, sucedieron cosas raras. Era fin de semana, es un eximente o podría serlo, pero sin avisarun insomnio de tres noches viernes-sábado-domingo y un montón de locuras escritas en folios sueltos. Y el libro cerrado, claro. Que parecen mis diarios de adolescente.
Todo tan revuelto que hasta he reformado esta casa, una excusa para dejar de escribir por unos minutos. Hasta he liberado Facebook...
¿Tendré que usar Nardil, un día de estos?

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