Revista Literatura

Las 32 estatuas del Señor Carlos

Publicado el 01 diciembre 2010 por Migueldeluis

Costa de la muerte

E

terna es la lluvia en el cementerio de San Rafael de la Bahía. Dicen sus viejos que el agua de la mar escala las nubes y, de éstas, se lanza por volver con los suyos. Porque en San Rafael de la Bahía todos son del mar, como el Señor Carlos, el farero. El Señor Carlos nunca hizo nada importante. Nació, fue al colegio, trabajó en el faro y en él murió, viudo y sin hijos. Al señor Carlos sólo se le recuerda por las 32 estatuas que aparecieron un día junto a su tumba. Los jóvenes le echaron la culpa a las viejas, los niños se inventaron historias inmensas, porque lo cierto es que cada una de esas estatuas correspondía a una persona que a lo largo de los años la luz del faro rescató de la muerte, sin el que señor Carlos jamás lo supiera.

Perdonadme esta improvisación. Ya sabéis que me gusta escribir y que creo en la fuerza del mito. Sería hermoso y hasta práctico que después de la muerte aparecieran alrededor de la tumba un recuerdo de todo lo que hemos hecho bien. Y es que soñamos que el bien brille y dure para siempre.

¿Pero sabéis, qué?

Una sonrisa vale para siempre aunque dure un segundo. Un abrazo es eterno después de su minuto. Un suelo bien limpio vale aunque nadie lo mire.

Las medallas están hechas de metal barato aunque éste sea oro. Una policía, que a balazos muera, nos da vida aunque no conozcamos ni su nombre.

Hacedlo bien, vivid bien ésto es lo importante. Fama, reconocimiento y demás son adornos que no tienen más valor que la arena de la playa.

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