Preludio
Hace ya algún tiempo alguien me escribió sugiriendo que escribiera sobre cómo reprogramar nuestra mente (si deseas sugerir un tema, puedes hacerlo en la caja debajo de lo más leído, es anónimo). Es decir, cómo podemos cambiar nuestros pensamientos y nuestros hábitos con respecto a ellos. Y si bien este artículo me ha tomado tiempo terminarlo, debo decir que también me ocupé de él en artículos previos que considero su preludio, éstos son:
- Meditar: qué, cómo y para qué
- Las 3 fases del aprendizaje
- Rapidez de implementación (o ¡Toma acción ahora!)
- Qué hacer cuando no controlas lo que te sucede
- La habilidad de estar por ti mismo
- extra: La función de tu ego
Y ahora termino este largo artículo que tiene más de 8,000 palabras. Puedes leerlo en una sola sesión (cuando estén todas publicadas, está dividido en 7 secciones) o revisitarlo posteriormente, sea lo que sea que hagas te recomiendo que lo revises todo, pienso que encontrarás varias cosas que pueden serte de utilidad.
Aquí su índice
- Parte 1 – Advertencias, Introducción, La importancia de los hábitos
- Parte 2 – el Pensador y el Comprobador
- Parte 3 – Una ley mental fundamental
- Parte 4 – Las palabras que usamos
- Parte 5 – La evidencia de los que creemos
- Parte 6 – Ejercicios
- Parte 7 – Cierre, Efecto Dunning-Kruger, Pensamiento por modelos
Y, a continuación, las advertencias…
Advertencias
1. Este artículo no está pensado para reconfortarte. De hecho, ni este blog ni este autor tienen la menor intención de tenerte cómodo en cualquiera que sea tu zona de confort. Lo que busco es informarte, motivarte, darte algunos instrumentos que puedas usar en tu vida para redirigirla hacia donde tú deseas que vaya. Quizá, incluso, busco sacarte un poco de quicio pensando en que quizá eso te ayude a tomar acción.
2. Hablar de creencias puede ser un asunto delicado pues todos tenemos fuertes apegos emocionales hacia nuestras creencias. Dicho eso, debes saber que voy a sugerir que tus creencias (especialmente las limitantes) son disfuncionales, ingenuas, pueriles, propias de gente loca, unilateralmente convenientes, (…), y así. Esto engloba toda posible creencia y/o preferencia que mantienes, ya sea política, religiosa, espiritual, o qué sé yo. Es decir, quizás encuentres algo que, por alguna razón, te haga sentir mal en este artículo.
3. Si no eres capaz de dudar sobre lo que piensas, si estás completa y ciegamente convencido de algo, o si eres escéptico; probablemente sea mejor que no te molestes en continuar con este artículo ya que nada obtendrás de leerlo. Quizá sea mejor ocupar el tiempo que tienes en ver TV o en alguna otra actividad que reafirme y no moleste tus creencias.
Con respecto a estas tres advertencias tan semejantes, me vienen a la mente tres citas que creo pertinentes y acalaratorias, las puedes encontrar a continuación si estás pensando en seguir adelante: 1 2 3
Introducción
Todo lo que hacemos lo hacemos sólo por nuestras creencias. Nada hay dentro de nuestro proceder que no tenga como base un conjunto y sistema de pensamientos recurrentes usados para definir lo que consideramos real y posible. Nuestras creencias delimitan y definen nuestras acciones, toda nuestra experiencia adopta los matices de nuestras creencias.
Por eso es importante saber cómo funcionan, ya que todo el día están presentes en lo que hacemos, nos demos cuenta o no. De hecho, la comprensión de cómo funcionan es un gran instrumento para realizar cambios en nuestra vida entera, yendo de adentro hacia afuera en vez de buscar cambiar elementos ‘exteriores’ fuera de nuestro control. La maestría sobre tus creencias es una de las competencias más importantes que puedes desarrollar.
Pero, bueno, ¿qué es una creencia?
Me gusta la definición de la RAE para comenzar:
Tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado.
Una creencia es un pensamiento que suponemos que es cierto sobre la realidad usualmente sin tener evidencia irrevocable sobre ello. Y no hay sólo una creencia sucediendo en nuestra experiencia, sino que existe una multitud de ellas que se afectan mutua e ininterrumpidamente (lo cual es conocido como ‘sistema de creencias’).
Una creencia es un hábito mental que hemos desarrollado y mantenido, es algo que corre dentro de nuestra mente y comportamiento por sí solo así como el resto de los hábitos que hemos desarrollado en nuestra vida; como la hora a la que despertamos, nuestros horarios de comida, cuánto ejercicio hacemos, con qué tipo de gente nos relacionamos, qué hacemos con nuestro tiempo libre, cuál es nuestra rutina de trabajo; en fin, todas las actividades que realizamos recurrentemente. Incluso las mínimas y cotidianas acciones que tomamos son producto de nuestras creencias.
Por ejemplo, al cruzar la calle (especialmente si uno vive en un país como México), uno voltea a izquierda y/o derecha para comprobar que es posible cruzar sin ser atropellado por un vehículo. En última instancia, uno hace esto porque está convencido de que es mortal (uno lo sabe) y de que un accidente puede quitarle la vida o causarle algún daño. Esto es obvio (particularidad que todas las creencias que tenemos parecen compartir). Pero lo que no es tan obvio es que si creyéramos que somos inmortales o invulnerables no nos importaría gran cosa lo que sucede cuando cruzamos la calle. Tampoco nos importaría si consideráramos que nuestra existencia es carente de valor.
El anterior puede parecer un ejemplo extraño, enfermizo y que no sucede en la realidad. Pero hay más casos aún que una persona sana también consideraría extraños, enfermizos e incomprensibles, por ejemplo, hay quienes…
- creen que no valen la pena, que algo está mal con ellos y que no se permiten recibir o mostrar afecto
- creen que nada bueno puede sucederles en la vida
- están convencidos de que sus circunstancias externas definen toda su experiencia
- creen que requieren que alguien esté con ellos para valer la pena
- creen que nada tienen que aportar al mundo
- creen que merecen ser tratados mal y mantienen relaciones abusivas
- se comportan como si el dinero fuera un dios
- creen que el mundo es tal y como aparece en los medios de información
- (¿qué crees tú? ¿de qué estás convencido?)
Esto es interesante. Podemos creer cualquier cosa sin importar que no sea conducente a nuestro bienestar. Y, además, muchas creencias que son mantenidas día con día en este mundo rozan con ese estado que se conoce como ‘locura’, esa tendencia a confundir nuestras construcciones mentales con (creer que son) una realidad externa absoluta y que no corresponde con la realidad que compartimos entre todos. Alguna vez alguien me dijo que la locura es quedarse adentro, no salir de uno mismo, no crear, no compartir, no descubrir.
Entonces pasemos a lo primero que puedo compartirte sobre cómo funciona el sistema sobre el que corren todas tus creencias…
La importancia de los hábitos
Como ya mencioné, las creencias son hábitos mentales. Esto es por demás interesante. ¿Alguna vez has escuchado que el 90% (aproximadamente) de lo que hacemos es inconsciente (o subconsciente, al menos)?
Piensa en todas las cosas que haces día a día. Para comprenderlo, sé minucioso sobre todo lo que acontece: respiras, tu corazón late, te levantas a cierta hora, te da hambre a cierta hora, te sientes de cierta forma sobre la gente que ves diariamente, caminas de cierta manera, hablas de cierta manera, usas ciertas palabras, …, crees en ciertas cosas.
La mayor parte de lo que te sucede, sucede en automático. Así es como funcionamos los seres humanos, tenemos ‘programas’ para todo en nuestra vida, desde las funciones de nuestro cuerpo hasta como nos relacionamos con los otros.
Nuestra atención consciente es limitada, es por eso que hay que escoger qué es lo que dejamos que la ocupe. Las cosas que ocupan recurrentemente nuestra atención pasan a convertirse en hábitos. Los hábitos son la manera en que hacemos la mayor parte de lo que hacemos (¿90%?). Entre más hacemos algo, más se afianza esto en nosotros. Repetir algo es conducente a repetirlo más después.
Y para cambiar un hábito, una creencia, es necesario dejar que una nueva serie de pensamientos ocupen nuestra atención durante tiempo suficiente. Se ha descubierto que ese tiempo ronda entre las tres y cuatro semanas. Pero para estar seguros digamos que tienes que reenfocar tu atención durante treinta días, un mes. Por eso es que es tan importante tomar acción inmediatamente, lo que piensas en cada momento, si lo repites, se va asentando. Y todo lo que repites se reafirma en ti.
Así que, antes de continuar, reflexiona:
¿Qué estás pensando día con día a cada hora y oportunidad?
¿Qué te gustaría pensar en vez de eso?
¿Qué acciones puedes tomar ahora para cambiar?