Revista Talentos

Las “bondades” del Estado Plurinacional

Publicado el 24 enero 2012 por Perropuka
Las “bondades” del Estado PlurinacionalEste 23 de enero, se conmemoró el segundo aniversario del Estado Plurinacional, título confuso y artificial que pretende borrar de un plumazo los casi doscientos años de la República, con la supuesta premisa de erradicar los resabios de colonialismo. Ahora es sospechoso llamarse Juan Pérez, ser de clase media y llevar corbata, como si fuera un estigma y cargar con la culpa por los “500 años de explotación” y otros discursos plagados de resentimiento que curiosamente han sido elucubrados en su mayoría por intelectuales blancoides que se arrogan el derecho de hablar en nombre de los “hermanos” indígenas.
Bolivia es un país multiétnico y por ende pluricultural, pero hablar de múltiples naciones es forzado y maquiavélicamente político que se puede resumir en el viejo adagio, “divide y vencerás”. Aproximadamente la mitad de la población es indígena, conformada mayoritariamente por las etnias quechua y aimara, quienes como naturales herederos del Incario, comparten tradiciones, historia y territorio y en consecuencia podrían argumentar su pertenencia a una nación definida. No se puede decir lo mismo de otros pueblos dispersos por toda la geografía nacional, especialmente en tierras del chaco y amazonía. Evidentemente estas comunidades son agrupadas de acuerdo a criterios etnolingüísticos que es lo más natural, pero según los lúcidos gurús del Cambio, no son etnias sino “naciones” aunque muchas compartan un tronco común. ¿Se puede llamar nación a una comunidad de 25 individuos? ¿Es prudente y práctico dividir al país en 36 naciones indígenas, aunque algunas apenas bordeen las centenas o el millar de individuos? ¿No era acaso más adecuado suprimir estas barreras e incluirlos en la sociedad, con plenos derechos y obligaciones como el resto de bolivianos? 
Los teóricos de la descolonización hablan de luchar contra la discriminación en pos de la inclusión social, sin embargo han delimitado a los indígenas en TCO’s o tierras comunitarias de origen, en una suerte de guetos más parecidos a las reservas norteamericanas. Hay un hecho reciente que confirma esta sospecha: A raíz del conflicto de la carretera del Tipnis, las colonias de cocaleros que rodean al parque, hostigan frecuentemente a los indígenas, chantajeando y obstaculizando el libre tránsito  por los caminos vecinales como si fueran de su propiedad. 
Hasta hace pocos años, los indígenas se identificaban sencillamente como “bolivianos” y añadían de acuerdo al caso, como quechuas, aimaras, mojeños, tacanas, chiquitanos, etc. Ahora pregúntele a muchos de ellos y le dirán que se autocalifican como “indígena originario campesino”, sí, como unidad indivisible. ¿No son  acaso, “indígena” y “originario” dos conceptos muy similares? He aquí una definición de ambos términos. Luego me dirán dónde está la diferencia:
“Pueblo Originario, aquel conjunto de personas que descienden de poblaciones asentadas con anterioridad a la conquista y que se encuentran dentro de las actuales fronteras del Estado boliviano, poseen historia, idioma, usos y costumbres, formas de organización y otras características culturales comunes con las cuales se identifican sus miembros, reconociéndose como pertenecientes a la misma unidad socio cultural. Asimismo, mantienen vínculos con su espacio de ocupación tradicional bajo una lógica socio-espacial”.“Pueblo Indígena, es el conjunto de personas que descienden de poblaciones asentadas con anterioridad a la conquista y que se encuentran dentro de las actuales fronteras del Estado boliviano: poseen historia, organización, idioma, usos, costumbres y otras características culturales, con las cuales se identifican sus miembros, reconociéndose como pertenecientes a la misma unidad socio cultural, mantienen sus instituciones sociales, económicas, políticas y culturales, además de vínculos territoriales”. Fuente: Características Sociodemográficas de la Población Indígena, INE - La Paz, 2006.
Ahora bien, el concepto “campesino” tiene una profunda connotación peyorativa y excluyente en la sociedad boliviana. Es frecuente asociar esta palabra como sinónimo de rústico, bruto o ignorante. Además el término es demasiado ambiguo, forzando otra vez a la distinción entre indígenas-originarios  urbanos y rurales. ¿ No es más natural o simple que un indígena tenga el derecho a identificarse como quechua o guaraní, independientemente de dónde haya nacido o dónde viva? 
Otro hecho que llama la atención es la inclusión de la comunidad afroboliviana dentro de las 36 naciones. Si nos ceñimos a los conceptos, no son “originarios-indígenas”, si bien tienen una distribución geográfica más o menos definida, eso no es argumento para considerarlos una nación, en todo caso debería dárseles el mismo tratamiento que a todos los “foráneos” que poblamos este país. Si es así, ¿por qué no se incluyó a la comunidad bolivianojaponesa, que lo mismo, está asentada desde los años cincuentas en una región bien delimitada? Por último, las colonias de inmigrantes rusos y menonitas, a pesar de sus convenios especiales con el Estado, considerando que ya tienen hijos nacidos en Bolivia, podrían argumentar que también tienen el derecho de ser consideradas como “naciones”, aunque parezca absurdo. 
La administración de Evo Morales pretende hacer creer al resto del mundo que es un gobierno de indígenas y respetuoso de las minorías, para lo cual hizo aprobar una nueva Carta Magna, donde entre otras cosas se reconoce la autonomía y el respeto a los usos y costumbres.  Sin embargo en la práctica,  actúa con la prepotencia de los gobiernos anteriores, tomando decisiones unilaterales, como la concesión de explotaciones mineras, petrolíferas y construcción de carreteras sin previa consulta a las comunidades indígenas afectadas, tal como establece la nueva Constitución. El ejemplo más patético de esta incongruencia ideológica viene ilustrado por la represión a la Marcha del Tipnis, donde según las imágenes registradas,  no sólo se atropelló a mujeres y menores de edad, sino también a las autoridades elegidas de esas comunidades.  Muchos de nosotros no reparamos en un primer momento que se trataba de autoridades, porque no portaban ningún bastón de mando o vestimenta que los distinguiese, ni hacían demostraciones ostentosas de su rango. 
Otra señal clara de que no se respeta la “plurinacionalidad” de los bolivianos viene dada por la intención de querer imponer la  insignia del indigenismo andino, la famosa whipala, que de acuerdo a muchos estudiosos es de origen español, y que no representa a todos los pueblos indígenas, mucho menos a los de tierras bajas. Hablan de respeto y tolerancia entre pueblos y sin embargo pretenden obligar por ley la exposición pública de la whipala en las regiones autónomas del oriente, como si no tuvieran sus propios símbolos. ¿Acaso se ha visto flamear una bandera vasca o gallega en tierras catalanas?
¿Si en verdad, Bolivia es una nación de naciones, dónde encajamos el resto de la población -casi el 50%- que por azares del destino, somos resultado del mestizaje de distintos orígenes: indígenas, españoles, alemanes, árabes, judíos, yugoslavos, etc? ¿Será que puedo autocalificarme como “alienígena originario citadino”, porque considerarme mestizo o criollo es también muy ambiguo? ¿No estamos todos los bolivianos representados por la enseña tricolor, independientemente de nuestro origen étnico?
Por si esto no bastara, se decretó feriado nacional, a pesar de que el 6 de agosto es desde siempre nuestro aniversario patrio, y para rematar,  a mitad de año nos espera también el Año Nuevo Andino que todos estamos obligados a acatar, aunque gran parte de la población no se identifique con ello. Y después hablamos de autonomías y de mucho trabajo por hacer. Seguro lo conseguiremos a plan de desfiles militares mientras se perjudica al común de la gente en sus sacrificadas actividades económicas. A celebrar se ha dicho, mientras no salga de mi bolsillo, claro.

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