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Las calles de la muerte

Publicado el 20 mayo 2013 por Celiaganzano @Cocinista

David SimonA Lorenzo Silva, además de la natural admiración que uno siente como lector apasionado de sus novelas, le debo el descubrimiento de otro autor que me ha tenido en vilo durante varios días y que hoy es objeto de este post. En la primera novela de la serie de Bevilacqua (Vila) y Chammorro, aquella en la que se conocen y trabajan juntos por primera vez, se hace mención a una novela de David Simon, autor que yo desconocía.

Disciplinado que es uno, tomé nota del autor y una vez acabada la novela “made in Spain”, tocaba leer una “made in the USA”. Y es que es difícil encontrar una obra policíaca más genuinamente americana y que describa con mayor fidelidad el funcionamiento y la realidad de la policía de una gran urbe de aquel país. La gran ciudad en cuestión es Baltimore, el autor, ya lo he dicho, es David Simon y la novela se titula “Homicidio: Un año en las calles de la muerte”. Si la lectura de la novela es simplemente fascinante, la concepción de la misma no es menos singular e interesante.

Simon, periodista del Baltimore Sun, recibe carta blanca de las autoridades locales para adentrarse sin ninguna limitación en la división de homicidios de la policía de Baltimore. Es lo que los ingleses llaman hacer un “shadowing”, es decir, poder ser como la sombra de los agentes y sus superiores en su quehacer diario. El seguimiento dura ni más ni menos que un año entero y la novela sigue fielmente el calendario empezando a narrar hechos ocurridos en los primeros días de Enero y terminando con las fiestas de Navidad y fin de año.
Cuando escribo sobre una obra literaria que me ha gustado (y mucho) lo hago con la intención de animar a otros a leerla y por lo tanto evito en todo momento “destripar” el argumento o desvelar el final. En este caso, creedme, no corro ningún riesgo porque la novela de Simon no se compone de una sola historia, sino de literalmente docenas de casos, todos ellos homicidios, en los que se desvelan los detalles de la investigación y su resolución, muchas veces exitosa y otras no. Hay casos banales y otros que son misteriosos y fascinantes. Hay resoluciones que vienen de la mano de inspectores de increíble inteligencia e instinto y otros que los trae simplemente la suerte. Hay grandes éxitos y hay también grandes fracasos. Pero en todos los casos la novela parece más bien un escrito periodístico, por su realismo y atención al detalle.
Pero Simon va mucho más allá y entremezclado con la narración de casos policiales, se describe con todo lujo de detalles el funcionamiento del sistema policial y judicial en la ciudad de Baltimore. Son auténticos artículos en profundidad que describen como funcionan los distintos elementos o partes del sistema, desde la organización jerárquica y sus conexiones políticas y presupuestarias, hasta el detalle de cómo se hace un interrogatorio para conseguir una confesión pasando por la descripción de un juicio con jurado. Esta alternancia constante entre descripciones de casos policiales con estos pasajes casi periodísticos hacen que esta novela sea realmente única y su lectura altamente recomendable.
Pero la cosa no acaba aquí, y posiblemente el lado que más me ha maravillado es la capacidad de David Simon de manejar a sus personajes. Creo no exagerar si digo que durante la lectura de la novela se acaba “intimando” con más de una veintena de inspectores y cargos intermedios. Pone un especial cuidado en describir el carácter y personalidad de cada uno de ellos pero también cómo se comportan con sus colegas. Simpatías, animadversiones, envidias, respeto… todos los elementos que configuran las interrelaciones de un grupo humano están ahí, mostrados con crudeza y sin filtros.

Concluyo pues recomendando la obra sin vacilar. Aviso que es “larguita”, con casi 700 páginas y el que lo lea en versión original, decirle que Simon utiliza un inglés maravilloso pero lleno de expresiones de la calle que requiere conocer bien la cultura americana. La obra está excelentemente traducida al español por Andrés Silva que no sabemos si será familiar de Lorenzo. Ya nos lo aclararán…

Ah, y por supuesto la novela tiene sus referencias culinarias. Uno de los inspectores, por ejemplo, es un gran aficionado a los sándwiches de huevo. Algún día subiremos la receta pero de momento te dejo con un utensilio imprescindible para todo el que el gusten los huevos duros, un “cortador de huevos“.

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Las calles de la muerte

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