Hoy día del escritor, sirva esta entrada como modesto homenaje al mejor que, a mi juicio, ha dado Tomelloso: Francisco García Pavón.
Tirteafuera es una aldea de la provincia de Ciudad Real, pedanía de Almodóvar del Campo. Almodóvar está cerca de Puertollano y tiene el quinto término municipal más grande de España y el segundo, tras Lorca, más extenso de poblaciones que no son capital de provincia. Tiene diez pedanías incluida Tirteafuera: Fontanosas, La Bienvenida, La Viñuela, Minas de Horcajo, Navacerrada, Retamar, San Benito, Valdeazogues y Veredas. En Almodóvar nacieron San Juan Bautista de la Concepción y San Juan de Ávila.
En Tirteafuera, como en toda La Mancha, la gente entierra a sus muertos y calla, que no somos muy dados los de esta tierra a hacer ausiones. El dolor contenido y silencioso es más digno, donde va a parar. En el tanatorio San José los mejores caramelos son los de naranja. Los caramelos del mortuorio se pelan muy mal pero tienen un dibujo muy edificante en azul cobalto de San José y El Niño. El cayado del santo carpintero está florido, con nardos, esas flores reconfortan mucho en un duelo. La gente glosa las virtudes del finado y come caramelos, cuando aparece uno de fresa casi todos arrugan el mentón y con gesto resignado se lo echan a la boca esperando mejor suerte en el próximo.
El Tirteafuera no hay tanatorio. Aquí antes tampoco. A los muertos los velaban en la alcoba, quitaban todos los muebles menos el armario; le echaban una sábana por encima para tapar la luna. Una vez en la calle Santa Rita, según cuentan, se despertó un muerto y corrieron los dolientes más que el tío de la lista.
En Tirteafuera la tierra es roja y pesada, aguanta muchos pecados. En las alcobas de la aldea hay camas grandes y altas; niqueladas, con olor a abuelo y un interruptor de pera negro en la cabecera. Todas los tálamos de Tirteafuera tienen un orinal de porcelana debajo al que llaman perico, algunos le dicen vacinilla, que se vacía por la mañana en el corral. También hay dos mesitas, una a cada lado de la cama. La de la parte del hombre tiene en los cajones fotos del servicio y escrituras de las tierras; la del sitio de la mujer está llena de anhelos.
El abuelo de quien esto escribe guardaba debajo de la almohada de la cama una onza de chocolate duro, de el de hacer, para calmar la tos de madrugada.
En Tirteafuera la gente canta malagueñas con mucho empeño y dedicación. Antes eran muy aficionados a las gañanadas: «Una viuda va a misa/ y va diciendo/ ¿Quién me compra esta viña/ que ha muerto el dueño? (¡Rea mula!) El ermitaño un día/por beber agua enfermó/ y la Virgen le decía:/ Bebe vino y agua no.»
El cura de Tirteafuera viene de Almodóvar a decir misa. Antes estuvo en Tomelloso, con un hermano también sacerdote. Eran martillo de herejes, la juventud, ya se sabe, puede con todo. Ahora el tiempo le ha pasado la garlopa, acompasándole la vehemencia tonante y la religiosidad inflexible a los ochenta años cumplidos. Cervantes dice en la segunda parte del Quijote: «el doctor Pedro Recio, natural de Tirteafuera, médico insulano y gobernadoresco.»
En Tirteafuera, durante la última guerra, quitaron las campanas de la iglesia y las fundieron para lo que fuese. Cuando se reanudó el culto, como no tenían campanas ni cuartos para encargar una nuevas, para llamar a misa colgaron dos bombonas de oxígeno vacías a las que daban con un hierro que hacía las veces de badajo.
Los citados sucedáneos de campana son universalmente conocidos gracias a don Francisco García Pavón, escritor preclaro, licenciado en Filología Románica, maestro de escuela, bibliotecario y catedrático de la Real Escuela Superior de Arte Dramático, que vino a nacer en el número once de la calle de la Independencia de Tomelloso, Ciudad Real.
El nombrado García Pavón, escribió con mucho acierto y regocijo las aventuras de Manuel González, alias «Plinio», jefe que fue de la Guardia Municipal de Tomelloso (GMT). También posee un sinfín de cuentos y otros escritos, agrupados en muchos volúmenes, dada su incansable e inacabable actividad literaria. Uno de ellos titulado “Las Campanas de Tirteafuera” que está incluido en un libro del mismo nombre: «…relatos varios sobre tipos y paisaje manchegos».