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Las cosas del campo

Publicado el 08 octubre 2009 por Jgomezp24
Hoy no va de vinos la cosa. Excepción en mi cuaderno, sí, pero siento que es día para ello. Hoy va de libros y de escritura, de admiración y de reverencia, de emoción siempre, de lenguaje y de comprensión de la vida, de transmisión de sus sentimientos y de una forma de verla y vivirla. Hoy va de José Saramago y de José Antonio Muñoz Rojas. Hoy va de las cosas del campo. Parecerán distantes y distintos los asuntos, los personajes, sus cosas. Para mí no lo son tanto.
Umberto Eco hablaba en El País de 6 de octubre de 2009 de "Un 'bloguero' llamado Saramago". Mostraba su simpatía por un hombre que lo ha sido, que lo es todo en las letras y que, embargo, decide concentrar sus retazos de vida cotidiana en un blog. Y decide ofrecerlos, como no puede ser de otra forma tratándose de este medio, libre y generosamente. El Cuaderno de Saramago es un de los ejemplos que tengo siempre en la cabeza cuando escribo. Llegó hace poco y lo hizo para bien. Textos breves, prosa directa, descripción cuidada, sintaxis transparente. Precisamente él, "que cuida la puntuación hasta el extremo de hacer que desaparezca", precisamente él que "no afronta jamás los problemas de frente sino que los rodea poéticamente" (entrecomillados, de Eco), precisamente él que nació en 1922, nos muestra con frescura, con alegría, con diligencia, cómo escribir un cuaderno en la red.
Las cosas del campo
El libro que más me ha impresionado de Saramago se titula Levantado del suelo(Alfaguara, Madrid, 2000, isbn 84-204-8443-1) y muestra como pocos la fuerza de su literatura. Saramago es hombre de campo, aunque no del Alentejo. Pero su prosa decidió tomar como tema esa tierra portuguesa y su mano, diestra, consiguió culminar el sueño de cualquier escritor: dar vida a aquello que su cabeza ha reescrito mil veces. Este libro es el Alentejo. Quienes hemos paseado por él, conocido a sus gentes, comido y bebido sus vinos lo sabemos. "Del suelo sabemos que se levantan las cosechas y los árboles, se levantan los animales que corren por los campos o vuelan sobre ellos, se levantan los hombres y sus esperanzas" (Saramago). A muchos parecerá una obra menor. A mí me emocionó y me habló de las cosas importantes de la vida.
Como lo hizo siempre José Antonio Muñoz Rojas. Él no tiene ya días ni cosas que contarnos. Nos dejó hace muy poco y ayer mismo, de nuevo El País, publicaba un obituario, firmado por Miguel Martínez Cuadrado. Yo le lloro más quedo y recordando otras cosas que las que describe el Sr.Martínez, aunque conozca y reconozca la extraordinaria labor de Muñoz Rojas como filántropo. Yo me quedo con su Las cosas del campo (Pre-Textos, Valencia, 1999, isbn 84-8191-250-6). No repetiré elogios ni sonsonetes. Para fortuna de muchos, Muñoz Rojas salió ya del limbo de las ediciones agotadas o inencontrables. Si tenéis la suerte de no haber leído todavía este libro, corred a las librerías, compradlo y daros, dadle al autor el mejor homenaje posible, el de la lectura. No estoy muy de acuerdo con Martínez cuando finaliza su "in memóriam" hablando de un "reconocimiento que sólo los medios de comunicación pueden mantener". Los lectores estamos sobre todo para eso, para perpetuar el recuerdo y para promover nuevo reconocimiento.
Muños Rojas fue siempre un autor en el que las aguas de la prosa y la poesía encontraron imprecisa y perfecta confluencia. Su prosa se bebe como la poesía, su poesía narra como la prosa. Su castellano es terso, delicado, transparente como sus preferidas mañanas de enero, "lavado el aire, tan recién vestidas tierras y sierras, todo estrenándose" (de "Finales de enero", p.111). Tiene la precisión de la mejor manzanilla y, al mismo tiempo, el volumen del gran oloroso. Confieso mi adicción y reconozco, de paso, mi debilidad, un "adúnaton": me gustaría escribir con la elegancia y esbeltez de Muñoz Rojas, con la puntuación de Saramago y, ya puestos, con la intuición, descaro y sentido del humor de MVM. Las cosas del campo es uno de mis libros de cabecera, uno de los pocos que releo con constancia, una de las razones por las que mi vista y mis sentidos se vuelcan, siempre que pueden, hacia el campo, hacia la cepa y el ciclo de la naturaleza en el viñedo:
"El campo saca incansables bellezas escondidas y acumuladas, las renueva y ofrece sin tasa a los ojos y al alma de quienes quieren gozarlas. Advierte con su descansado silencio que sólo volviendo a él encontrarán los hombres lo mejor de ellos mismos" (Muñoz Rojas). Descanse en paz. Mientras, seguiremos leyéndole. ¡Leyéndoles!
La foto de J.A.Muñoz Rojas procede de Antequera.es; la de J.Saramago, de davidfs.

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