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Las estatuas, en los museos

Publicado el 23 septiembre 2013 por Cayetano

Las estatuas, en los museos

Decía Lorca que "Las estatuas sufrenpor losojos con laoscuridad de los ataúdes, pero sufren mucho máspor el agua que no desemboca, que no desemboca..."

Sin embargo, yo creo que no lloran por eso, sino por las barrabasadas del vandalismo urbano (y rural).

Se supone que las estatuas situadas en espacios públicos como parques y jardines son homenajes a personajes célebres, a hijos predilectos de la localidad; pero a menudo parecen seres salidos de una trifulca, de un linchamiento o de una lapidación. Es patético el aspecto que presentan algunas cuando pasan unos años. El tiempo, los gamberretes de turno y las simpáticas palomas, amén de otros animales, incluyendo los autodenominados "racionales", se encargan de embadurnar de excrementos, salivazos y otros proyectiles al monumento en cuestión.
Algunos, no contentos con esto, completan el "paisaje" de la desolación, aderezando la zona donde se erige la estatua con todo un despliegue de envases, latas vacías y bolsas de plástico que en su momento guardaban en su interior chucherías y refrescos

Y el personaje queda así agredido, vejado, humillado, manchado y hasta mutilado. Estéticamente deja mucho que desear.
Es muy triste que el destino final de una estatua sea ser cagada por los pájaros o servir de diana para los escupitajos de cualquier descerebrado.

Si queremos honrar la memoria de una persona, mejor situar su efigie en un lugar cerrado, lejos de meadas, deposiciones y pedradas.


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