Y que el miedo que tenemos a veces de que nos rompan, se puede convertir en un “ven, rómpeme todos los esquemas, y quédate a vivir en ellos; pero conmigo“. Y estar más de un minuto en silencio con tu alguien, eso sí es una jodida maravilla.
Es coger la opción de subirte al tren con la idea de huir, pero con destino a cualquier lunar de tu espalda. Es saber que no vas a salir ileso.
Es darle las gracias a tu amor, por hacértelo.
Es saber que te van a salvar y dejarte.
Es marcarte como un puto animal y que no te importe. Es más, que te guste. Y que sabes que todo en exceso no gusta, todo menos los besos en el cuello (y ahora en la espalda también).
Es dejarse llevar, aunque sepas el camino.
Es bailar tu canción favorita, sin música.
Es saber que no hay libertad más grande, que aquella que viven dos personas aun estando juntas.