Mi abuelo como ya sabéis, era un personaje muy pintoresco, un tanto extravagante, peculiar o como lo queráis definir... así era él. También era una persona muy inteligente, aunque a veces su forma de explicar las cosas era un tanto brusca y exagerada.
Hace muchos años, en el bloque de pisos donde vivía, una vecina del portal de al lado se empezó a quejar de que tenía una gotera en su cuarto de baño. La vecina en cuestión era la típica mujer intransigente, ignorante y cotilla (se pasaba el día asomada a la ventana, subida a una banquetita porque era muy chiquitita y no llegaba para ver bien todo lo que acontecía en el barrio). La vecina no era santo de la devoción de mi abuelo, que además, la había apodado como "Doña Casilda" y su visión sobre ella fue a peor en cuanto la vecina fue a casa de mi abuelo para recriminarle que la gotera que tenían era provocada por algo que según ella, tenía que estar mal en el cuarto de baño de mi abuelo.
Mi abuelo se armó de paciencia (algo de lo que él mismo decía carecer) e intentó explicarle que en su baño no había nada que estuviera mal y que además, era imposible que viviendo en portales distintos, por mucho que ella viviera en un tercero y él en un cuarto, la gotera se la fuera a provocar su casa...
Daba igual como se lo explicaras... "Doña Casilda" hacía oídos sordos a todo lo que mi abuelo intentaba explicarle, al borde de un ataque de nervios. Ella sólo le decía que le tenía que pagar el arreglo y punto.
La conversación terminó ese día con una frase muy típica de mi abuelo "Mire señora, mi paciencia va a durar menos que un chorizo en los labios de un gitano", a lo que "Doña Casilda" respondió con un contundente y amenazante "Esto no va a terminar bien" y se fue.
Mi abuelo estuvo con el tema en la cabeza y en la boca durante toda una semana, en la que nos puso la cabeza como un bombo. Pero hay que reconocer que tenía razón y que era lógica su indignación. Le dijimos que dejara estar el tema y que no hiciera caso a lo que decía, ya que era una señora con fama de cascarrabias.
Pasada esa semana, la vecina molesta volvió a visitar nuestra casa, esta vez fue mi tía la que la atendió, que finalmente tuvo que invitarla a salir de casa de no muy buenas maneras, ante la mala educación que tenía esta señora, que como decía mi abuelo "Esta mujer se debe creer técnica en fontanería y lo que está es licenciada en burrolojía claramente". Si, era cansina, mal educada y una espabilada de mucho cuidado, bueno... de eso hay mucho por la vida ¿verdad?.
Cuando llegó mi abuelo a casa mi tía le contó lo que había pasado y él, harto de ese tema, llegó a decir que iba a llamar a un fontanero para que mirara todo bien y "Cerrarle la boca a Doña Casilda", pero la verdad es que al final no hizo falta...
En ese mismo momento en el que mi tía y mi abuelo estaban hablando de lo que iban a hacer para solucionar el problema con esa vecina, hartos de escucharla decir sandeces y de saber que iba pregonando por todo el barrio que mi abuelo era el culpable de todos sus males... se empezó a escuchar mucho jaleo que provenía de la calle.
Mi tía se asomó por la ventana y vio a un montón de vecinos (incluida Doña Casilda) hablando de forma acalorada por los balcones (si, imagen surrealista que ahora nos parece imposible, pero que era bastante normal y frecuente años atrás). Mi tía escuchó como los vecinos que estaban justo encima de la señora le decían que seguro que ella tenía razón (anda que eran tontos, querían sacarse el "muerto" de encima) y fue testigo de como se iban sumando cabezas y más cabezas por los balcones de las demás viviendas y todos daban su opinión al respecto, unos a favor y otros en contra.
Mi abuelo terminó por asomarse también al balcón y ahí comenzó una discusión que parecía no tener fin, que si seguro que viene de tu casa, que si eso lo tenía que ver mejor un fontanero, que si usted se queja por todo, que si cállate la boca, que si eres un ignorante, que si ... ... ... la cosa se iba poniendo peor a cada rato.
De repente y ya hasta las mismísimas narices de tener una discusión sin sentido, mi abuelo decidió retirarse de la conversación con un escueto y sonoro "Sois una panda de ignorantes" y se metió dentro de casa. No sabéis como fue eso!! Sólo fueron unos 10 minutos, pero mi abuelo echaba chispas, juramentos y de todo (y malo) que os podáis imaginar, mientras seguíamos escuchando a todos los vecinos asomados hablando, como si se tratara de un debate político, con una vehemencia impresionante.
La imagen era para haberla inmortalizado, imaginaros la escena... un montón de vecinos de diferentes pisos discutiendo a través de sus balcones, uno que mira hacia arriba, luego a la derecha, a la izquierda, hacia abajo (que dolor de cuello me está entrando!!!) así todo el tiempo!!!!
Mi abuelo inquieto, de un lado a otro de la casa, no había forma de calmar sus nerviosismo. Hasta que vemos que coge una olla de las grandes y la llena de agua y se dirigie al balcón con ella en las manos con cara maliciosa. Yo estaba muerta de la risa tirada en el sofá, porque dentro de lo incómoda que estaba resultando aquella discusión, yo le veía el punto divertido, pero cuando vi a mi abuelo con la olla en las manos me temí lo peor y avisé a gritos a mis tíos que salieron corriendo al balcón (y yo también) para ver que locura se le había ocurrido hacer, porque con este hombre no te podías fiar.
Un poco alucinados y asustados le preguntamos que iba a hacer y él nos contestó "Cerrarle la boca a esta gente ignorante" y ya no nos dio tiempo ni a decir "esta boca es nuestra" cuando mi abuelo interrumpió la conversación diciendo lo siguiente:
"Señores y señoras que tanto les gusta opinar de lo ajeno, metan sus cabezas dentro del balcón que voy a proceder a hacer una demostración práctica" y ni corto ni perezoso (recuerdo en ese momento a mi tía echarse manos a la cabeza) volcó el agua de la olla en su totalidad por el balcón., mientras decía "Ustedes son unos ignorantes que no tienen idea de nada, se pasan la vida asomados por los balcones, criticando y opinando sin saber, porque señores, en mi tierra, no sé en las suyas, el agua cae a plomo y no de lado"
No sé si fue la "master class" de mi abuelo acerca de como cae el agua a plomo "en su tierra", pero lo que si os puedo contar es que desde ese mismo momento, toda la gente congregada allí dejaron de opinar, se retiraron dentro de sus casas y "Doña Casilda" dejó de echar la culpa de su gotera a mi abuelo y tiempo después, nos enteramos de que el problema procedía del piso que estaba justo encima de ella, aunque eso sí, jamás le pidieron disculpas a mi abuelo, aunque a él poco le importaba ya, porque como decía "Yo ya les demostré que tenía razón".
Se avecinan novedades en esta sección y creo que es algo que os va a encantar y que a mí personalmente me hace muchísima ilusión, pronto os contaré más cosas sobre eso y no os perdáis la próxima entrega de "Historias de mi abuelo" donde os voy a contar algo muy divertido que le ocurrió precisamente con su acordeón.
Un besazo.Pd: La historia de hoy se la dedico a una persona que lleva 24 años casado (ya sabes que me refiero a tí). Con cariño, campeón!!