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las historias del abad UTLA de Wurzburgo

Publicado el 14 julio 2013 por Maslama

las historias del abad UTLA de Wurzburgo
el célebre monje era benedictino. Se decía que era modesto, muy tímido, que llevaba una gran barba blanca bajo la capucha. Nació cerca de Tréveris, en Tritenheim. A los veintidós años eligió el sayal de San Benito, y en 1483 gobernó el convento de Sponheim como abad. Su gusto indisimulado por las ciencias ocultas, enseñadas por Pico della Mirandola, Alberto Magno, Bernardo el Trevisano, Arnaldo de Villanova, por los maestros que se adherían a los dogmas de Hermes Trismegisto, y más tarde sus experimentos de alquimia según los preceptos de Basilio Valentín, despertaron el asombro de sus contemporáneos. Incluso enseñó a los monjes las artes, los incitó a escribir, a copiar sobre pergamino. Constituyó una biblioteca de dos mil manuscritos. Llegaban gentes de lejos a ver la colección. Los visitantes procedían de toda Alemania, de Francia y de Italia. Muy extendida la noticia de sus maravillosas dotes en astrología y magia, el monje recibía a diario innumerables cartas selladas, repletas de demandas.
UTLA contaba muchas historias que cautivaban a los jóvenes (y no tan jóvenes), especialmente la del trovador demasiado bonito, de 1284, del país de Brunswick llamado Todo Color, que tocaba tan bien la flauta que más de treinta y seis niños le siguieron encantados. Los llevó fuera de la ciudad, al mismo lugar donde se entierran los huesos de los muertos, llamado Bajo-Koppen, en el camino de Septentrión, y allí murieron los niños. Fue imposible volver a encontrar ni uno solo de ellos.
contaba también que un duende llamado Hudekin causaba estragos en la diócesis de Hildesheim, en Sajonia. Se le atribuían hechos maravillosos: ora se le veía vestido de campesino y gozando en charla con los hombres, ora se dejaba oír sin mostrarse. Anunciaba a los señores lo que iba a ocurrirles, les prestaba servicios, intervenía en sus cosas. Se escondía en la cocina del obispo donde ayudaba a la cocinera. Habiéndole injuriado un mozo de cocina, Hudekin asfixió a su enemigo cuando estaba durmiendo, lo cortó en pedazos y lo hizo cocer al fuego. Luego atormentó a los cocineros que se habían negado a castigar al chico.
contaba la historia de la nariz de oro del emperador Carlomagno. Un día, el emperador Odón III fue a visitar la tumba de Carlomagno, su ilustre antecesor de la barba florida, enterrado en un suntuoso panteón de Aquisgrán. Acompañado por dos obispos, Odón penetró en el fúnebre subterráneo. Encontró el cuerpo sentado, como si estuviese vivo. Sobre la cabeza reposaba la corona de oro; en la mano, el cetro imperial. El cuerpo no estaba descompuesto, excepto la nariz, que Odón hizo reemplazar por una nariz de oro. A título de recuerdo y de reliquia, cogió un diente y se retiró. A la noche siguiente se le apareció el emperador Carlomagno con su nariz de oro, reclamó su diente y le anunció su próxima muerte.
más historias del abad: un tranquilo lugar de aquiescencia
ronronea: big cat

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