“Estamos haciendo historia” rezan las gigantografías multicoloridas que todavía se pueden ver en las calles de las principales ciudades bolivianas, llamando a la población para que votara este 16 de octubre, como inevitablemente sucedió.El gobierno de Evo Morales, gran “inventor” e impulsor de esta nueva modalidad para elegir a las autoridades judiciales, se vanagloriaba a los cuatro vientos de que “Bolivia estaba dando una lección al mundo” (quizá los ecos hayan llegado a los oídos de una civilización extraterrestre y estén tomando nota).Resultaba curioso que desde el más insignificante “soldado” del Proceso de Cambio (como les gusta autodenominarse a sus seguidores) hasta el ministro más solemne y encopetado repitieran en sus entrevistas y discursos televisivos las dos palabrejas estrellas de la campaña: inéditas e históricas.¿Inéditas? ¿desde cuándo? Hace algunos días alcancé a escuchar al ex Vicepresidente Víctor H. Cárdenas, reputado intelectual aymara y que es tanto o más indígena que Morales (y que a diferencia de éste, habla perfectamente aymara, quechua y guaraní) que años atrás, se llevó a cabo un experimento similar en Francia, sin resultados satisfactorios por lo que fue desechado definitivamente. ¿Pero a quién le importan las palabras de un “cadáver” político defenestrado hasta el ensañamiento por el régimen masista?Evo y sus lúcidos ideólogos del MAS (Movimiento al Socialismo), pretendieron hacernos creer a todos los bolivianos que esa vieja práctica de nombrar a los magistrados había terminado. En palabras del presidente: “Antes a los jueces, los elegían 157 congresistas, mediante el “cuoteo” de los partidos neoliberales para beneficiarse a sí mismos, etc. Ahora eso ha cambiado, será el pueblo quien elija a los nuevos magistrados mediante el voto directo”. ¡Salud!, un poco más y la retórica y el lirismo al poder.Lo que no dijeron al resto del mundo, fue que ese proceso de selección no lo iba a administrar un comité mínimamente neutral de profesionales competentes y meritorios, sino una comisión presidida por congresistas del partido de gobierno, el cual se encargó de depurar a los candidatos con mayor prestigio laboral, intelectual y académico, con la excusa de que eran “neoliberales y funcionales a los anteriores gobiernos”. Del embrollo se extrajo una lista final de 118 postulantes, entre ellos muchos sospechosos de ser simpatizantes del partido gubernamental (la ley de convocatoria prohibía cualquier afinidad política). El proceso fue por lo demás bochornoso y plagado de irregularidades, como el no revisar a fondo los méritos, la suficiente edad mínima, y el poco tiempo para el proceso. Resultado: candidatos desconocidos, algunos con 30 años de edad y algo más, y escasa experiencia laboral. Ninguno tenía producción intelectual. Alguno había sido funcionario judicial de relevancia como el ser oficial de diligencias (cualquier abogado junior puede serlo). Muchos candidatos, esgrimían como méritos el ejercicio libre de la profesión por 10 años y poco más, algunos habían sido asesores jurídicos de organizaciones sociales, pequeños municipios, sindicatos obreros y otros organismos controlados por el masismo y afines, ¡qué casualidad!¿Por qué somos tan estrictos o exigentes?, se preguntará alguien. No soy abogado, pero me doy cuenta como todos, que el proceso implicaba la elección de máximas autoridades del Poder Judicial, no simples jueces de Juzgados de Materia, como pareciera sugerir los perfiles profesionales de los postulantes. La Corte Suprema de EEUU. y del resto de los países avanzados, incluida la del Tribunal Internacional de La Haya, constan de ciudadanos de avanzada edad, trayectoria vasta y reconocido prestigio. ¿Y nosotros, que no somos una nación consolidada, pretendemos dar una lección al viejo mundo, nombrando a magistrados sin experiencia? Así, ¿qué íbamos a elegir? ¿pretender legitimar mediante el voto, la selección previa que hicieron los parlamentarios del Gobierno, similar a las prácticas del régimen cubano? ¿Cuál es la diferencia cualitativa o sustancial entre elegir por cuoteo de los gobiernos anteriores y la elección arbitraria de un partido hegemónico, ninguneando a la oposición?A pesar de toda la campaña mediática para darle aires de democracia, el proceso se transformó en una farsa maquiavélica desde el principio. Lo peor de todo es que se gastó inútilmente mucho dinero, que suena a insulto en una nación empobrecida. ¿Para qué? ¿para ser el hazmerreir del resto del mundo?El pueblo no es tonto, lo hizo saber mediante el voto: Con más del 80% del cómputo de votos (el resultado final se sabrá en dos semanas), se impuso el voto nulo en casi todo el país. Sumándole los votos en blanco, en algunas regiones alcanzó al 70%. En resumen, entre votos nulos y blancos alcanzan al 60% en promedio y el conjunto de votos válidos se queda con el 40%. De este porcentaje de votos válidos, el porcentaje se dispersa entre todos los candidatos, de los cuales los mayores porcentajes sobrepasan apenas el 10% en la mayoría de los casos. Hasta el día de las elecciones, Evo Morales se convirtió en principal promotor del voto válido, llevando incluso al cuestionado presidente del Órgano Electoral a reuniones “explicativas” con sus bases cocaleras. Tan seguro de su inminente victoria, Morales se atrevió a vaticinar que ganaría con el 60 o 70 % de los votos. El domingo sucedió todo lo contrario. Su rostro preocupado y visiblemente molesto dijo más que la brevísima conferencia que ofreció a las pocas horas de haber terminado la jornada electoral. No reconoció la voluntad popular y sólo se limitó a destacar la asistencia ordenada y democrática de la gente a las urnas. Como corolario, su gobierno atribuye el resultado a la falta de información y al sabotaje de los opositores. Curiosamente, el voto nulo fue contundente en las principales ciudades, y al revés, el voto válido es mayor en las áreas rurales donde se supone que tienen mucho menos acceso a la información. El mensaje del electorado fue claro: Rechazo a la soberbia y autoritarismo del régimen.En algo, Evo Morales tiene toda la razón, estas elecciones hicieron historia: Por primera vez, él fue derrotado por la voluntad popular en las urnas y eso no puede negarlo.Desgraciadamente para los destinos de este país, los magistrados “elegidos” serán posesionados contra viento y marea (porque legalmente los votos nulos y blancos no valen), a pesar del manto vergonzoso de ilegitimidad. Ellos seguramente impulsarán leyes dignas de ser imitadas en todo el universo. Entretanto, a los bolivianos, que La Fuerza nos acompañe.Más información:-Voto nulo alcanzó histórico porcentaje en elecciones bolivianas -Para el oficialismo, el voto nulo no afecta al Gobierno
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-Página oficial del Órgano Electoral de Bolivia