Las manos que me piensan y las que me ayudan, las que me ayudan y las que me piensan, tienen más arrugas, más manchas y están más resecas que cuando todo esto empezó (no el joyero, sino mucho antes, cuando yo era tan pequeña “como un garbanzo” – nuevamente m), pero son cada vez más necesarias desde que hay otras manos suaves y regordetas que tiran de mi cada día preguntando cuándo vamos a ir a casa de abuelito y abuelita.

