Un niño de cuatro años sonreía delante de la cámara. Toqueteaba con los lentes y lanzaba una pequeña mirada tímida. Alrededor de él estaban varios niños que no podían levantar porque no tenían fuerzas para estar en pie. Unos perdieron a sus padres después de que desaparecieran de las inundaciones y otros porque sus madres, todas viudas, han fallecido por la neumonía severa. Había niños que no paraban de llorar. Buscaban a sus padres. Sus mejillas estaban manchadas de polvo mezclado con los restos desecados de las lágrimas. Pero otros no eran conscientes de sus débiles estados de salud y no hacían más que sonreír.
Después de infinitas peticiones hechas por el Programa Mundial de Alimentos, finalmente, han podido acceder en zonas más inminentes para atender a los niños más anémicos. En la provincia sur de Hwang He, hubo casos de diarrea y dermatitis por ingerir aguas contaminadas entre los más pequeños y adultos. Algunos tenían siete años jugando en el parque pero parecían cuatro a cinco años de edad. Miraban a la cámara pero no se movían. La organización advierte que un tercio de los niños con la edad inferior a los cinco años padecen hambre. Pero también preguntan: ¿Donde están aquellas incontables toneladas de alimentos que se enviaron durante décadas para paliar la desnutrición en el país? La respuesta a esta pregunta tiene un dueño: la élite norcoreana. Pero su negación a argumentar la cuestión es obvia que causa indignación a los que habían luchado incansablemente por salvar vidas anónimas.
Nota: El siguiente vídeo muestra por parte de PMA la situación de inanición en Corea del Norte. Se titula "The Face of Hunger in DPR Korea".