Las moscas

Publicado el 18 noviembre 2011 por Eyg

Vosotras, las familiares, inevitables golosas;
vosotras, moscas vulgares...
(Antonio Machado)


Una especie curiosa ésta de las moscas. Además, con ricas acepciones. Un moscón sabemos lo que es; un moscardón también; una mosca cojonera, la hemos sufrido muchos; las que van a la miel, más aún;  la de la oreja ni te cuento; los que las cazan no tienen mejor fama; los que no matarían ninguna, no siempre son de fiar; están también las que te remueven el humor cuando te pican; cuando no se oye ninguna puede ser muy bueno o muy malo....   En fin, que hay moscas para todos los gustos. Pero ¿qué hacer cuando estás exponiendo un discurso, la presentación de un producto, saludando a personas? Y mucho peor, ¿qué se hace cuando descubres una debajo del entrecot?.   De esto hablaba con un empresario hace poco, que tuvo que enfrentarse a un molesto moscardón al que debió gustarle especialmente su olor y que se empeñó en posarse sobre su cara, incluido el cristal de sus gafas, en plena presentación de un producto. Tras varias sacudidas pretendidamente discretas (que por supuesto no lo fueron para nadie), el moscardón decidió pasearse impunemente por la pantalla de proyección, surcando libremente el espacio y proyectando su sombra sobre las imágenes.   Sonrisas, risas y murmullos socarrones abundaron, en detrimento de la atención que se buscaba respecto al producto. Me preguntaba el empresario si hizo bien en hacer que no pasaba nada, o debería haber parado la proyección, pedido un artilugio, cazar la mosca o echarla por la ventana, y volver a la normalidad de la actuación comercial.   ¡Y quién sabe qué es mejor! Tal vez la segunda opción se hubiera convertido en una odisea con participación activa del público, y la presentación se habría convertido en una actuación empresarial recordada por tiempo y tiempo. Pero, ¿y si la mosca es más lista y no es cazada o expulsada?.  Hay dos fórmulas que suelen funcionar siempre en estos casos: el buen humor y la naturalidad. A un bicho, insecto en este caso, se le presupone menos cerebro e inteligencia que a los humanos ¿no? y por lo tanto sus reacciones son inesperadas e imprevisibles. Aplastarlo puede no ser muy agradable si estamos en un restaurante, pero es peor sacarlo de la sopa y dejar un cadáver por ahogamiento, al borde del plato.   Habrá que valorar las situaciones. Pero, en cualquier caso, humor y naturalidad serán dos cualidades que nos garantizarán, sin duda, la mayor normalidad. Véase si no a Obama, en esta comparecendia televisiva, con millones de espectadores observando y seguramente hablando sobre cosas realmente trascendentales. ¿Qué otras opciones tenía?